La conjura de las charos

28 de octubre 2025 - 03:05

Quien esté asesorando al Gobierno andaluz en la comunicación de la crisis de los cribados se está luciendo, en lo gordo y en el matiz. Más allá de la transparencia (diría, siendo magnánima, que intermitente y con un amplio margen de mejora) sobre el número de afectadas, la contratación de profesionales, el acceso guadianesco a los historiales, la resolución de los casos…; de poco vale hacer dimitir a la anterior consejera si el nuevo tacha prácticamente de insidiosas a las mujeres que han levantado la liebre. Los gestos, además de ágiles, han de ser enterizos: quienes destapan el problema no son la causa del mismo, sino las que lo padecen.

Voy con el matiz, arriba referido, y después con lo gordo. Desde el 15 de octubre, la Consejería antes conocida como “de Salud y Consumo”, ha pasado a denominarse “de Sanidad, Presidencia y Emergencias”. Atención al trueque de Salud por Sanidad. El término salud pone el foco en las personas, y me recuerda que tenerla es mucho más y mejor que no estar mala, sino vivir –la comunidad y una misma– la mejor vida posible. Evoca la prevención, la educación, la salud pública, la mental o la dental… Sanidad resulta a todas luces técnica, economicista, instrumental, administrativa. Ésta alude al servicio que se gestiona; aquélla, a un derecho que se garantiza. Perdemos con tamaño –válgame el nombre de esta columna que cada semana escribo para usted– cambio de sentido.

Y ahora lo gordo: tiene sus años el sentido despectivo, misógino y clasista del término “las charos”, que ridiculiza la voz de las mujeres reales y las emparenta con la caricatura de una sindicalista, feminista, viejuna, progre de manual. A lo que voy: lo más lamentable es que desde el Gobierno andaluz se trate de cuestionar las intenciones de las afectadas (en palabras de Sanz, esas que “lanzan infundios” e intentan desprestigiar al sistema y a sus profesionales) y sugieran una politización de las mismas. Lo más lamentable es que el dibujo de las mujeres afectadas que trazan estas y otras declaraciones de Sanz y Moreno esboza sutilmente, sin mencionarla, la evocación de una suerte de charos conjuradas, en vez de reconocerlas sin excusas como mujeres admirables en lucha por un sistema sanitario público a la altura de los tiempos. Mala idea, dicho sea en toda su acepción.

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