A rienda suelta

Manuel Moure

El coto político y su alambrada

SERÁ que quizás nos hemos conformado, como si a fuerza de ver el paisaje llegáramos a un punto en el que la sorpresa fuera incapaz de hacernos callo. Quien más, quien menos, lleva décadas viendo las mismas caras en política, profesionales de lo público que han hecho de sus carreras y de sus partidos cotos de explotación privada. Mire a la derecha, mire a la izquierda y se convencerá. Acabado el servicio (que suele llegar al alcanzar la cota de presidente o ministro) siempre espera el consejo de administración, normalmente de una empresa que gestiona un servicio de palmaria necesidad (luz, agua...). Tan sólo la irrupción de la nueva fuerza política, Podemos, ha echo abrir los ojos y cortar de cuajo el bostezo de los grandes partidos. Sus propuestas, lógicas y utópicas, al menos han servido para que la casta política se preocupe. Las alambradas de su coto no son tan seguras como creían. Quizás gracias a Pablo Iglesias se percaten de que gobiernan para seres humanos. No para una cuenta de resultados.

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