Aquel equipo jerezano del Taxi Cristina

Este equipo estuvo formado por clientes habituales del bar Cristina y por conocidos taxistas de la época.
Este equipo estuvo formado por clientes habituales del bar Cristina y por conocidos taxistas de la época.

17 de julio 2023 - 03:02

¡Qué delicia de tintas, tintes y matices derrama esta fotografía tan jerezana y tan congruente -con la época- a la misma vez! ¡Tiene puro sabor a primeros años cincuenta! A voz de Matías Prats en el No-Do del preámbulo cinematográfico. A once pares de borceguíes que sabían chutar con efecto. A portero que paraba balones con los codos, a la zamorana. A un blanco y negro más nítido que de costumbre. A artículos de González-Ruano hablando de una duquesa muerta en el recuadro necrológico de la maestría periodística. A paseos por la calle Larga en el entrecruce de los pretendientes con aspiración a noviazgos. A devociones cristíferas de parte a parte de la ciudad. A Hermanos de las Escuelas Cristinas que enseñaban caligrafía a la antigua usanza. A boda del recordado profesor Camilo de Caso -para todos don Camilo- con Juana Sandoval -quien, andando los años, enseñara clases de guitarra en las horas extraescolares a los alumnos lasalianos- . A revista Eco de la Salle, a Peña Excursionista San José, a instauración de las clases de ‘Estudios Secundarios’, a la Acción Católica, a asignaturas de Ingreso, al Maravilla, a cine español con ‘El pescador de coplas’ de Antonio del Amo o ‘El beso de Judas’ de Rafael Gil. A carabina entre los tortolitos que entonces no podían pelar la pava con gestos indecorosos.

Nuestra fotografía de hoy no está encarnada por futbolistas profesionales. No cobraban entonces millonadas. Ni siquiera sustentaban estructura institucional. Eran amigotes, un rango intermedio entre el amigo personal y el meramente conocido. El amigote del Jerez de los años cincuenta por lo común pronto alcanzaba la naturaleza de amigo de (para) siempre, pero jamás descendía a la categoría de conocido, en un retroceso nada dable según las relaciones humanas al uso. Nuestra fotografía de hoy -que lo es de antaño- no huele sin embargo a naftalina. ¡Y sí a Estadio Domecq que magnetiza ilusiones de jóvenes aficionados al futbol de calidad! ¡Gente de aquí -de la sociedad del día a día- capaces de tocar el balón con un estilismo que ni el mismísimo Luis Molowny, alias ‘el Mangas’! Las fotografías a veces miden las costillas de aquello que perdimos bajo las gárgolas del tiempo. Las fotografías son una batea para lavar el oro de la nostalgia. O para hallar la piedra filosofal del leit motiv de nuestros padres y abuelos. La que ilustra este artículo tiene algo de personas que construían ciudad en un Jerez con aroma de pueblo grande. Y con aprensión que sociabiliza y simboliza ese modo de sentir tan caballeroso y tan cabal de los hijos de esta bendita tierra.

Ese equipazo que usted observa en debida alineación terminológica de izquierda a derecha está formado por clientes habituales del bar Cristina y por taxistas archiconocidos. Taxistas de la parada de la Alameda de Cristina, naturalmente. El fútbol no era pretexto de nada sino un fin en sí mismo. Como la medida de los versos en un soneto. Como el pabilo en el germen de la llama. Como el aspa en el frescor del ventilador. En aquel Jerez de visitas oficiales de Franco la política pasaba a segundo plano. Los niños jugaban a la pelota en la calle sin arrimo de peligros al acecho. Y los jóvenes ya adultos se alienaban con letras de orgullo de pertenencia en el frontal de la camiseta. Taxi Cristina tuvo su equipo sobre un Domecq con jugadas a lo Panenka. Imitadores de Paco Gento que incluso -como adelantados al gran Yeyo del Jerez Industrial- ya metían goles de córner. Bien hubiera escrito literariamente esas jugadas hiperbólicas el propio Camilo José Cela quien por entonces publicaba su obra ‘Mrs Caldwell habla con su hijo’: “Venías dando saltos como un querubín”.

El pasado nunca es transitorio. La foto de los jugadores del Taxi Cristina parece bien ceñida a todos los vientos de la rosa. Entre sus integrantes podemos reseñar -con le letra erre en el pecho- al recordado taxista Antonio Moreno -todo un señor hasta el final de sus días-, padre del brillante jugador del Xerez CD de mediados de los ochenta Juanito Moreno. Los jerezanos de pura cepa del equipo del Taxi Cristina merecen con creces muestro homenaje. Ellos siguen ganando por goleada en el ejemplo vivo de una memoria local que, como el rayo de Miguel Hernández, no cesa.

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