¿El fin de otra "belle époque"?

Ningún país europeo ha sufrido una tan larga dictadura como Rusia: de 1917 a 1991. Son 74 años frente a los 38 del franquismo, los 23 del fascismo o los 12 del nacionalsocialismo. Con dos agravantes: la dictadura comunista fue sucesora de la autocracia zarista, luego los rusos no conocieron la democracia en toda su historia hasta 1991; y lo que desde entonces tienen es una dudosa democracia cleptócrata que poco tiene que ver con la democracia restaurada en Alemania e Italia a partir de 1945 y en España a partir de 1977. Hasta los países europeos que tan cruelmente se entregaron a la influencia soviética en 1945 tenían una historia democrática anterior y lograron restaurar plenas democracias tras recuperar su independencia y liberarse de los gobiernos títeres de Moscú. El caso ruso es único en Europa.

Por eso es imposible saber cómo reaccionará el pueblo ruso, que en toda su historia sólo ha vivido 31 años de relativa democracia. Se están produciendo protestas que son drástica y brutalmente reprimidas, tan valientes como de momento insuficientes. Ésta es una extraña guerra. La intervención rusa nada tiene que ver con las de Hungría en 1956 y Checoslovaquia en 1968: no fueron invasiones, sino refuerzo de sus gobiernos títeres comunistas. Tampoco tiene nada que ver con el enfrentamiento ideológico entre la democracia capitalista y la dictadura comunista durante la Guerra Fría. Como ha escrito Josep Ramoneda: "Decaída la visión de la URSS como amenaza para el capitalismo, ahora el problema se concentra en la sumisión de su perímetro: una mezcla de exhibición de potencia y debilidad. Por lo tanto, no se trata del choque entre dos modelos económicos y sociales -la penetración del capitalismo en Rusia es una evidencia- sino de la afirmación de la vieja y deteriorada potencia y su ámbito de influencia. Putin necesita lucir autoritarismo imperial porque la fragilidad de Rusia es evidente entre Estados Unidos y una China que ha integrado la economía capitalista sin perder la hegemonía de partido único, que todavía se llama comunista". Por lo último, una dictadura políticamente comunista y económicamente capitalista pugnando para desbancar a los EEUU como primera potencia mundial, a la incertidumbre sobre el final de la invasión de Ucrania se une la del futuro geoestratégico mundial. ¿No tienen la sensación de estar viviendo el fin de otra "belle époque" europea?