
La ciudad y los días
Carlos Colón
Los Goya, Segura y los miserables
La esquina
Cercado por el factor económico que más empobrece a la sociedad y mayor desigualdad genera (una inflación superior al 10%, desconocida desde hace 37 años), amenazado por el riesgo nada inverosímil de una recesión que es aún peor, noqueado por la debacle en las elecciones andaluzas, consciente de que Núñez Feijóo no es Pablo Casado, al frente de un Gobierno con grietas cada vez más hondas y duraderas, fragilizado por unos socios parlamentarios que lo chulean cada semana y autolesionado por un posicionamiento sobre la tragedia de la valla de Melilla más propio de Vox que de sí mismo, Pedro Sánchez ha encontrado en la OTAN una merecida tabla de salvación.
Digo merecida porque realmente se la ha currado. La organización de la cumbre ha rozado la perfección. Reconozcamos que Putin, con su invasión criminal de Ucrania, ha hecho mucho por el éxito de la operación: ha resucitado a la OTAN como organización de defensa del mundo libre, ha empujado a Suecia y Finlandia a abandonar una larga tradición de neutralidad, ha reavivado una solidaridad europea aletargada y ha destruido el mito de que todos los bloques militares son iguales.
Lo que Sánchez ha hecho bien, o muy bien, es anclar a España, sin titubeos ni subterfugios, a la arquitectura de seguridad y defensa de las naciones democráticas. Y enseñar a los españoles -es el primer gobernante que lo hace- que defender nuestro modo de vida y nuestros valores no es gratis. Que no podemos echarnos a dormir, gastar menos que nadie en unas Fuerzas Armadas infradotadas y esperar a que si nos agreden nuestros hermanos mayores acudan a ayudarnos. Desde febrero de 2022 sabemos que el peligro de agresión está a tres horas de casa en avión. Desde marzo de 2004 sabíamos que el riesgo del terrorismo de masas estaba más cerca, incluso en casa. Para pensar así no hace falta ser infectado por ningún ardor guerrero. Basta con la legítima defensa de la libertad atropellada.
A estos principios sí que ha sido fiel un presidente del Gobierno que ha demostrado un exceso de flexibilidad con otros muchos. Por eso se ha comprometido a duplicar el gasto militar antes de 2030, a aumentar la aportación de España a la Alianza y a aceptar dos destructores USA más en la base de Rota, como refuerzo del escudo antimisiles. La paradoja es que no va a encontrar el apoyo de cinco de sus ministros y sí el del Partido Popular de Feijóo. Ese que no hace más que estorbar, estorbar y estorbar.
También te puede interesar
La ciudad y los días
Carlos Colón
Los Goya, Segura y los miserables
Quizás
Mikel Lejarza
Dos orillas y un río en común
¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Comidas, viajes y sobresueldos
El mundo de ayer
Rafael Castaño
Carnaval
Lo último
El parqué
Avance alcista
Tribuna Económica
Carmen Pérez
El euro digital sigue, ¿y el dólar digital?
La tribuna
Javier González-Cotta
El islam reconquista Estambul
Editorial
El Algarrobico sigue en pie