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En 25 años la ruta hacia Canarias se ha cobrado más de 21.000 vidas. Según el Observatorio de Derechos Humanos del Colectivo Caminando Fronteras, 47 embarcaciones “han desaparecido con todas las personas a bordo” y en los primeros cinco meses de 2024 han muerto más de 5.000 personas en la frontera sur española, de ellos 4.808 en la ruta Atlántica hacia Canarias que, según esta asociación, es la más mortífera de las que conducen a España y la que más fallecidos suma en el mundo, seguida por la ruta Argelina hasta las costas de Almería, Murcia, Baleares y Alicante que se ha cobrado 175 muertes en cinco meses. Canarias, tanto por quienes mueren intentando llegar como por los 19.793 inmigrantes que han llegado en lo que llevamos de año, los 5.500 menores no acompañados actuales que se pueden convertir en 20.000 en pocos meses, dado que “se espera una agravación de la situación este año, con unas 70.000 personas en espera en las costas de África”, es, no el único, pero sí el punto que debe atenderse con mayor urgencia por los gobiernos autonómicos, el Gobierno de España y la UE.
Las autonomías y el Gobierno no pueden responder solas a esta tragedia que es un desafío a la capacidad de reacción de las naciones europeas, sobre todo en la frontera sur de Europa. Pero no solo en ella. El nuevo gobierno del Reino Unido –laborista, no de derechas ni populista– prepara un plan para controlar la inmigración irregular, acelerar los procesos de deportación de los solicitantes de asilo rechazados a sus países de origen y luchar más eficazmente contra el empleo clandestino de inmigrantes ilegales y las mafias. “No podemos hacer creer a la gente que todo está bien –ha dicho la ministra de Interior–. No cuando las bandas criminales están ganando millones con los peligrosos cruces en pequeños botes que socavan nuestra seguridad fronteriza y ponen vidas en riesgo. La mayoría de las personas en este país quiere ver un sistema de asilo adecuadamente controlado y gestionado, donde Gran Bretaña haga su parte para ayudar a aquellos que huyen de conflictos y persecuciones, pero donde aquellos que no tienen derecho a estar en el país sean expulsados rápidamente”.
Nuestros políticos no son capaces de ponerse de acuerdo ni tan siquiera ante esta tragedia. Mientras unos hablan, otros se ahogan, son mercadería en manos de las mafias o se hacinan a las puertas de una supuesta tierra prometida. Miserable.
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