La esquina
José Aguilar
Yolanda no se va, se queda
NOS falta naturalidad. Se ha armado un escándalo planetario por la foto de las hijas de Zapatero con sus padres, posando con el matrimonio Obama en el Metropolitan de Nueva York, a su llegada a una recepción oficial. Sus padres quieren proteger la intimidad de estas menores de 16 y 13 años y mantenerlas al margen de la atención pública. Están en su derecho. Pero la sociedad tan mediática en la que vivimos hace difícil compatibilizar esa protección con el hecho de embarcarlas en un viaje oficial, llevarlas a una recepción con los participantes en la asamblea general de la ONU y hacerse una foto con el personaje político más famoso del mundo.
Es razonable que el presidente del Gobierno viaje con su esposa y sus hijas. Lo hacen otros mandatarios internacionales y lo han hecho otros presidentes del Gobierno españoles. Pero si se tiene tanto empeño en su privacidad, habría sido más prudente que estas jóvenes evitaran el posado en el acceso oficial del Museo. Con naturalidad. A la Casa Blanca la foto le pareció tan normal que la colgó en su página de internet. La imagen se retiró a petición de La Moncloa horas más tarde, pero ya circulaba por la red. Se pidió a los medios españoles que no la publicaran, aunque algunos lo hicieron distorsionando la cara de las menores.
Yo no habría publicado la foto. La distorsión de las caras es una hipocresía: no salva el derecho a su propia imagen de las niñas. La prueba son los miles de comentarios vejatorios y crueles sobre ellas, en los que queda en evidencia la animadversión de sus autores hacia el presidente del Gobierno. Con este linchamiento masivo hay quien quiere saldar viejas vendettas como la pretenciosa boda imperial de la hija de Aznar en El Escorial.
Y mientras, Zapatero sube los impuestos y Rajoy hace el Don Tancredo ante un informe policial que vincula la trama Gürtel con la financiación del PP en Valencia. Informe ignorado por el presidente del TSJ valenciano, íntimo amigo del presidente Camps. Es curioso que este magistrado no se haya abstenido en la causa por su simpatía manifiesta con un imputado. Y chocante que la Fiscalía no lo haya recusado. Nos falta naturalidad.
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