Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
No parezco una esfinge si -lejos de todo inmovilismo- afirmo que la Nochebuena jerezana del año de Gracia del Señor de 1950 se caracterizó -al margen y al costadillo de otras prosapias- por su sentido socialmente cristiano. Esta aseveración -que además viene a cuento con la grapa de su correspondiente moraleja- no peca de volatilidad ni menos aún de cargazón perogrullesca. Aquí y ahora -días epilogales del año 2025- no sucede así en términos genéricos. De entonces acá el anticlericalismo ha hecho de las suyas. No pretendo colarme de hoz y coz en el sinsentido de la flagrante contradicción de aquellos discutibles activistas que -alardeando de un ateísmo por veces polemista- celebran de lleno las Navidades bajo el eufemismo antojadizo de “fiestas”. Me refiero, sin mayores ambages, a quienes -obcecados con la espiral de lo ideológico- operan erre que erre desde la oficiosa subsecretaría general de la cristianofobia -novelera y no posmoderna-. No dedico ni media palabra más a estos tres cuartos que anhela el pregonero. ¡Y vayamos, en derechura y sabrosura, al turrón! Esto es: al 24 de diciembre de 1950 de un Jerez que se hacía eco del porqué Pío XII anunciaba al mundo el descubrimiento de la tumba de San Pedro…
Jerez de la Frontera -que silabeaba el Gloria a Dios a las alturas y paz a los hombres de buena voluntad- se afanaba en los preparativos de la noche más grandiosa que conoció la Historia. A punto estaba de nacer el Divino Niño que a todos otorgaría la salvación y la bienaventuranza. Una jerezana de treinta y tres años se hace eco de una noticia que le provoca la horizontal media luna interior de una sonrisa: misas de medianoche en todas las iglesias católicas de Jerusalén. Las calles jerezanas del centro de la ciudad -pese al desapacible frío imperante- aún conservaban el latido ambiental de las multitudes que los días previos poblaron las aceras de alegría y de renovada y renovable ilusión. No escasearon, sino todo lo contrario, los portadores de los pavos, botellas y cajas de vino… Las misivas de los aguinaldos. ¿Y qué decir de las clásicas -¡tan entrañables!- tarjetas de los aleluyas a partir de las cuales el cartero, el barrendero, el guarda nocturno -léase: el sereno- llegaban a los hogares de todos los jerezanos?
En el salón de actos de la Casa Sindical, a la sazón organizada por Educación y Descanso, se procedió el día 23 al reparto de canastillas a las esposas de los productores inscritos en la organización. Seguidamente se celebraría la oportunamente anunciada velada recreativa. De otro lado los antiguos alumnos de los Marianistas celebraron en la jornada del 24 los tradicionales actos de la Asamblea de Navidad. La Junta Benéfica Local reparte miles de cenas a las personas más desfavorecidas de la ciudad. La solidaridad siempre a la orden del día -de la noche, al mejor decir, según la fecha que nos ocupa-. La empresa Hijos de Fernando Fernández-Gao felicita a su numerosa clientela y le desea muy felices Pascuas. Hace lo propio la librería y papelería ‘San Miguel’, a la par que anuncia su gran surtido de plumas estilográficas, novedades de juguetería, material escolar y librería.
El ayuntamiento renovó la tradicional, más bien antiquísima, Rifa del Pavo. Con la asistencia del alcalde, Antonio Mateos Mancilla, así como las de Alberto Durán Tejera, Manuel Crévola García, José Cádiz Salvatierra, Rafael Almadana del Blanco, JuanGuerrero Ortiz, Modesto Marín -secretario accidental-, Antonio Milla -interventor- y Ricardo Ruiz -depositario también accidental-. Concurrieron todos los funcionarios municipales, tanto ellos como ellas, resultando algunos de los favorecidos los siguientes: 1º) Un hermoso pavo, que correspondió al administrador del Hospital Municipal de Santa Isabel, Segismundo Sañudo Romano, con el número 275. 2º) Seis botellas de vino a la señora viuda del que fue funcionario municipal Manuel Paradas Martínez -que en paz descanse-: número 950. 3º) Un pollo al jefe del Negociado de la Intervención Municipal Antonio Romero Domínguez: número 1.332. 4º) Una gran caja de mantecados a MaríaLuisa Fernández Cala, auxiliar de la Oficina Técnica de Vías y Obras: número 1.407. Y así -de seguido- hasta dieciséis suculentos premios. Los cines mantuvieron sus carteleras. Así, en el Cine Jerezano se proyectó ‘Mil ojos tiene la noche’. En Villamarta, ‘Jack, el negro’. Cine Maravilla: ‘Bugambilia’. Salón Jerez: ‘¡Hagan juego!’. La iglesia de San Francisco registró un lleno absoluto en su misa de doce de la noche.
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