Jerez en el ‘Primer viaje andaluz’ de Camilo José Cela (I)

Camilo José Cela tomando recado de escribir.
Camilo José Cela tomando recado de escribir.

10 de septiembre 2025 - 06:04

Camilo José Cela fue, como Ramón Gómez de la Serna, orondo. Ambos transformaron el lenguaje. Sendos tan propensos -al margen de las cuartillas- al exabrupto y a la boutade. Una pose como valor de marca en aras del marketing unipersonal. Cela adscrito al español barroco; Ramón, a las vanguardias. Cela desciende de Quevedo; Ramón, de sí mismo. El uno y el otro siempre empuñando -casi con garras de oso cavernario- la estilográfica. Jamás deslizaron la pluma al arbitrio y al amparo de cafés públicos, como así por ejemplo el gran César González-Ruano. Camilo -el de los apuntes carpetovetónicos- y Ramón -quien maridó humor y metáfora para concebir la greguería-, como Francisco Umbral, creaban en ‘Una habitación propia’ -tal el título del laureado libro de Virginia Woolf- de sus respectivos domicilios: espacio propio ajeno al runrún exterior. Una interiorización de cuarto de estudiante casi monacal. El recado de escribir, siempre, sobre sus rinconadas pertrechadas de silencio y musas pululantes. En los tres la madre ejerció un papel vital para con el nacimiento de la vocación. Baste leer, a modo de ejemplo, ‘La rosa’ (Cela), ‘Automoribundia’ (Ramón) y ‘Los cuadernos de Luis Vives’ (Umbral).

Cela, en las horas de asueto, era Camilón y comilón. Solía callejear por el barrio de Santa Cruz para otorgarse el homenaje de un hartón de tapas. Entonces para él, tras el banquete de pan mojar, Sevilla, como años más tarde ya proclamarían ‘Los del río’, sí tenía “un color especial”. En las fases preliminares de sus últimos estertores, mientras andaba a trancas y barrancas por el hemisferio sur de la vejez y el régimen alimenticio estaba adscrito a la rigurosa prescripción médica, arrimaba las ascuas a las sardinas de cualquier pretexto para escaparse a la tasca más cercana y, como haciendo novillos de la vigilancia de propios y no extraños, pedía una cañita de cerveza y un pincho de tortilla. Retuvo porque tuvo. Esto bien lo narra quien corrió la suerte y a veces la desventura de ejercer de secretario personal durante tampoco demasiado tiempo, Gaspar Sánchez Salas, en un libro testimonial de veras interesante: ‘Cela: mi derecho a contar la verdad’.

El padre literario de ‘La familia de Pascual Duarte’, siendo mozo y aun después maduro parlante y hasta precoz académico, bebía moderadamente a tragos y nunca a estragos. Rara vez sacaba los pies del tiesto pese, en un repente, levantarse a toda prisa del velador de un bar y atrapar de sopetón a un grillo para tragárselo sin apenas conjurar ni conjugar el verbo masticar. Como buen español -celtíbero de la crónica nunca rosa- se echaba al coleto siempre vino de la tierra. A medida que sumaba copas… cambiaba el adjetivo de su estado interior: alegrote tras la primera; barbirrojote en la segunda; punto menos que pintón después de la tercera y alimandrón a partir de la cuarta. A Cela le chiflaba el oloroso y por esta razón, en contradicción del título de su primer y único libro de poemas, nunca estuvo ‘Pisando la dudosa luz del día’, que es verso del ‘Polifemo’ de Góngora.

Las nuevas generaciones del siglo XXI apenas leen su literatura. A cuentagotas si acaso. De pasada rara vez. Los chaveas de ahora -léase adolescentes-, que diría José Ramón Fernández Lira, tienen un “poblema” y no un problema. Escasamente se interesan por cuanto precedió a Instagram, TikTok y al abuso de la expresión “en plan”. También entre no pocos adultos Cela suena a protohistoria. Para mí tengo que su prosa -limpia como una patena de morfología y sintaxis- no ha envejecido mal. El legado cultural de este premio Nobel -que manejaba la ironía y el doble sentido como nadie- no espolvorea el pasado ni envilece el presente. Su calidad de párrafo siempre ‘limpia, fija y da esplendor’, como el lema de la Real Academia Española. Jerez no pasó desapercibida para su caligrafía menuda, como comprobaremos en la segunda entrega -el próximo viernes- de este artículo.

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