Carlos Colón

La joya escondida de Ford

La ciudad y los días

15 minutos casi sepultados en tres horas ofrecen uno de los más grandes momentos de Ford… Y del cine

01 de septiembre 2023 - 00:15

Si no la han visto, o si la han visto y no han reparado en ello, sigan por las plataformas el rastro de La conquista del Oeste, emitida estos días del cincuentenario de la muerte de Ford. Contiene una joya tan pequeña en metraje como grande en emoción y belleza: nada menos que algunos de los mejores planos rodados por John Ford.

La conquista del Oeste es un coloso no perfecto –la primera película de ficción filmada en el espectacular formato Cinerama, rodado con tres cámaras y proyectado por tres proyectores sobre una gigantesca superficie curva–, pero con grandes momentos, una de las mejores bandas sonoras de la historia del cine y esta pequeña joya fordiana casi escondida en ella. Tan colosal proyecto, que tuve la suerte de ver en el Albéniz Cinerama de Madrid en las navidades de 1965, fue dirigido por cuatro realizadores: Henry Hathaway y George Marshall se ocuparon de los episodios del río, las caravanas, el ferrocarril y los forajidos, Richard Thorpe de los planos de enlace; John Ford dirigió solo uno, el más breve, un interludio sobre la guerra civil. Apenas quince minutos de las casi tres horas que dura. ¡Pero qué quince minutos!

Está todo Ford en ellos. En su primera parte, la llamada al ejército de un joven granjero cuyo padre está ya en el frente, la despedida de la madre, su alejarse por el sendero mientras suena, apenas susurrado, When Johnny Comes Marching Home, el monólogo de la madre ante las tumbas de sus padres, está el mejor Ford que retrata con emoción la dura vida de los pioneros. En su segunda parte, un nocturno macabro sobre el fondo de la sangrienta batalla de Shiloh, Ford logra retratar el miedo y el valor, la cobardía y el heroísmo, y sobre todo la crueldad de la guerra, con la fuerza de La roja insignia del valor de Crane, narrando en paralelo una conversación entre los generales Grant y Sherman, y la decepción y el miedo de aquel joven que partió tan lleno de sueños de heroísmo a la guerra, ahora tentado por un desertor. En total unos quince minutos que valen por muchas, muchísimas de las películas que he visto a lo largo de mi ya no corta vida.

Dicen que el cuento es el género más difícil de la narrativa. Si se aplica al cine, este brevísimo cuento de Ford vale tanto como sus mejores largometrajes. No quería dejar pasar el cincuentenario de la muerte del maestro sin darles la oportunidad de recuperarlo.

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