La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

¿Una moción de censura a quién?

Se dan la mano la inmadurez, radicalismo y amateurismo de Vox con la egolatría y el afán de protagonismo de Tamames

La moción de censura que presentó Pedro Sánchez en 2018 contra el Gobierno del PP derribó a Mariano Rajoy. La que ha presentado Santiago Abascal -es su segunda vez- contra el Gobierno de Pedro Sánchez, casi cinco años después, no va a derribar a nadie. Al contrario, insuflará aire al censurado, deteriorará al censor y dejará como estaba al complacido instrumento de la operación.

No sé bien si lo que se vivirá el martes y el miércoles próximos es mascarada, charlotada o astracanada. Los ingredientes dan mucho juego: una moción de censura planteada por el tercer grupo del Congreso de los Diputados sin respaldo ni simpatía de ningún otro (garantía de fracaso estrepitoso); que el grupo proponente no se atreve a defender subiendo a la tribuna a ninguno de sus 52 diputados, sino que busca en la calle al candidato a presidente del Gobierno que la moción exige; que lo encuentra, a través de amigos comunes y tras una copa de vino, en la persona de un prestigioso catedrático de Economía ya largamente jubilado, cuyo ego y afán de notoriedad andan parejos en intensidad a la inmadurez, radicalismo y amateurismo de la formación política que lo apadrina; que lo encuentra, además, en sus antípodas ideológicas, en el antifranquismo militante y el eurocomunismo, con incursiones en el bloque de independientes de la Izquierda Unida original y el CDS de Adolfo Suárez, lo que les lleva a subrayar en público que, al fin y al cabo, coinciden en lo fundamental (siendo lo fundamental ¡la monarquía parlamentaria, la unidad de España y la bandera nacional!); que el candidato, en una estrategia insuperable, se embarca en un carrusel de entrevistas en las que, de modo inevitable, se evidencian sus enormes diferencias con Vox, e incluso propicia la filtración de su discurso en la moción, como si no quisiera sorprender al adversario, aunque no consigue que Pedro Sánchez acepte su invitación a cenar con carácter previo a la misma; que dado que el presidenciable tiene problemas de movilidad como corresponde a su condición de casi nonagenario, le han autorizado a intervenir en el hemiciclo fuera del lugar habitual, lo que redondeará la imagen de ese momento histórico en el que un viejo profesor que sólo se representa a sí mismo hace un dictamen sabio sobre los males de la patria y sus recetas para regenerarla.

Pedro Sánchez no se meterá con Tamames, sino con Feijóo. Si fuera sincero, también le daría las gracias a Vox.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios