No es superstición, es fe

La ciudad y los días

11 de julio 2024 - 03:07

Lo comenta en el café nuestro de cada día el amigo José María. Como él, seguro, ustedes, ya lo han visto, leído u oído. Pero la cosa tiene su comentario. Entrevistan a Luis de la Fuente –pase lo que pase el domingo él y los suyos, en quienes tan pocos creían, ya han triunfado haciendo que L’Equipe titule un día “No pasarán” y al siguiente “Un toro gigante”– y le preguntan: “¿Es supersticioso? ¿Tiene alguna manía antes de los partidos?”. El entrenador contesta: “No, ninguna”. La reportera le corrige: “Se persigna siempre”. Y él casi no la deja acabar: “Sí, sí. Pero eso no es superstición. Es fe”. Sencillo, claro, limpio, directo. No había mala intención, por supuesto, en la entrevistadora. Pero sí, de alguna forma, esa impregnación ambiental que confunde la religión y la fe con la superstición. Como si fuera lo mismo persignarse que tirar la sal hacia atrás cuando se derrama, no pasar bajo una escalera o tocar madera. Como si fuera lo mismo llevar una medalla religiosa o una cruz que una pata de conejo. La fe nada tiene que ver con la superstición. Lo que no obsta a que desde el siglo XVIII se haya intentado meterlas en el mismo saco en nombre de racionalidad. Y eso que Voltaire escribió: “Cuando los hombres no tienen nociones claras de la Divinidad, las ideas falsas la suplen, como en los malos tiempos se trafica con moneda devaluada cuando no se tiene moneda buena… La superstición es a la religión lo que la astrología a la astronomía: la hija muy loca de una madre muy cuerda”.

“Deme una razón para creer en Dios”, le preguntaron a Luis de la Fuente en una entrevista en El Mundo (31-10-23). Y contestó: “Es que si no, no tendría sentido la vida. Es algo que hay que vivir… Yo soy religioso porque he decidido serlo. Vengo de una familia religiosa, pero durante mi vida, he tenido muchas dudas y he estado alejado de la religión. Pero en un momento de mi vida, decidí acercarme de nuevo y apoyarme en Dios para todo lo que hago. Hay no una, sino mil razones para creer en Dios. Sin Dios, nada en la vida tiene sentido”. Es su forma de decir lo mismo que escribió Unamuno –“lo que no es eterno no es real”– o, con mayor radicalidad, Eugène Ionesco anotó en su diario: “Dios o suicidio”.

Hermosa, sencilla lección de este hermano del Cachorro, deshaciendo con seis palabras un tópico por desgracia extendido: “Eso no es superstición. Es fe”.

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