Esta columna que está usted leyendo se publica desde hace 24 años, de manera casi ininterrumpida, y con muy pocas variaciones en el equipo que lo escribe, en la extensión de la misma y en su periodicidad. Heredamos la columna de un periodista y sacerdote de raza, al que hace poco le censuraron su propia columna en la prensa paraguaya, donde vive actualmente, por su insistencia en denunciar los abusos contra los derechos humanos y por exigir una política al servicio de las personas. En 1995 recogimos un testigo que aún mantenemos hoy, tratando de que estos artículos aporten un punto de vista distinto, incorporando la mirada de la otra orilla, del sur, de los colectivos desclasados, de la gente invisible que lucha y muere sin ocupar siquiera unas líneas, de la realidad de las causas perdidas que siguen siendo perdidas por años que pasen.

No siempre lo conseguimos, claro. No es fácil. Sobre todo porque reflejar esas realidades que nos rodean no tiene sentido, si al mismo tiempo no aportamos una mirada optimista, una alternativa, un futuro distinto, posible y mejor. Esperanza, en definitiva. Y no son buenos tiempos para la lírica. En todos estos años, por ejemplo, hemos abordado temas recurrentes y dolorosos: decenas de artículos dedicados a los muertos en el Estrecho, desde esos primeros cadáveres aislados al actual reguero que los trae a centenares a nuestras costas. Y no podemos decir que esa cuestión esté a punto de resolverse. Hemos escrito de la precariedad laboral, presuponiendo que el paso de los años iría mejorando la vida de tantos trabajadores. De las personas sin hogar, que siguen sumando el mismo número que hace 20 años. Hemos escrito de Palestina, de los campamentos saharauis, de las guerras en África. Y resulta que hoy podríamos recuperar cualquiera de eso artículos y publicarlo tal cual. Reconozcan que es difícil seguir manteniendo una visión positiva de la historia.

Otra particularidad de esta columna es que es de "elaboración colectiva", lo que significa que las seis personas que escribimos la columna procuramos consensuar los temas, el enfoque, las prioridades de cada momento. Esa visión de equipo ha hecho más fácil mantener una visión esperanzada de la historia, y ha amortiguado de alguna manera el conformismo y el desánimo por los que todos atravesamos.

Queremos seguir pensando, 24 años después, que este esfuerzo de hilvanar tres párrafos tres veces por semana colaboran, de alguna manera, a mantener la esperanza de un mañana mejor para todas las personas.

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