Descanso Dominical

3.900 pesetas

Esa tarde de finales de mayo de 1.993 me senté por primera vez en un estudio de radio, delante de un micrófono

Solemos decir que vivimos en una gran travesía por etapas, y a veces ocurre que uno de esos capítulos, un solo viaje, vale toda una vida. El mío fue el 22 de mayo de 1.993, acaban de pasar treinta años por la ventana, y ahora sé que aquel día se presentó como una suerte de ‘Big Bang’. Hay quien lo llama destino. A finales del 92, cuando arranca esta historia, uno tenía los dieciocho recién puestos y ese es un traje que le sienta bien prácticamente a cualquiera y que te permite ignorar a las penas hasta dejarlas en minoría absoluta un día tras otro. Básicamente, lo único que te importa es pasarlo bien en cualquiera de sus variantes. La radio en primer lugar y un recorte de prensa después me pusieron sobre la pista. “Haz zapping con U2 y 60.000 amigos”, rezaba el anuncio del concierto que los irlandeses iban a dar en Madrid, en el Vicente Calderón, que en gloria esté. Bono y los suyos habían mudado la piel para dejar atrás a la banda mesiánica que fabricó discos como The Joshua Tree y Rattle & Hum, y para renacer con una genialidad que ha acabado siendo el más inmenso álbum de su carrera, Achtung Baby.

La gira se llamaba Zoo TV Tour y ponía sobre los escenarios del planeta un derroche de conciertos con pantallas gigantes, conexiones vía satélite y toda esa parafernalia del rock de masas que siempre ha acompañado a U2. El precio de la entrada, 3.900 pesetas, no estaba al alcance de mi economía, pero mis padres, seguro que con esfuerzo, me financiaron la operación con algo así como una transferencia de capital a fondo perdido y al 0% TAE. Los amigos nos pusimos rápidamente manos a la obra pero Marco y Jose no podían venir, Óscar y Emilio eran todavía unos renacuajos, y fuimos Nacho y yo los elegidos para la gloria. El día de autos nos subimos al primer Sevibus que salía para Madrid, galopamos como posesos cuando se abrieron las puertas del estadio, nos hicimos fuertes en la banda izquierda del Calderón, pegados al escenario, y nos postramos ante aquellos reyes catódicos para desgañitarnos, saltar, llorar, reír y abrazarnos en el primer gran concierto de nuestras vidas.

A la vuelta un compañero del Coloma me invitó a que les contara la experiencia en una emisora del barrio de La Granja que se llamaba Sur Radio. Me sentí como si el mismísimo Iñaki Gabilondo me hubiese llamado. Esa tarde de finales de mayo de 1.993 me senté por primera vez en un estudio, delante de un micrófono. Al finalizar el programa les pedí que me dejaran colaborar de alguna forma, ir por allí una o dos veces por semana... Y hasta hoy. Han pasado 30 años.

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