Cambio de sentido
Carmen Camacho
Zona de alcanfort
SOSTENGO que la mayor debilidad de Podemos, que puede hasta arruinar su fulgurante aparición en escena y, sobre todo, su voluntad de quedarse, no es la frágil candidata que los círculos de Andalucía votaron en contra de la dirección nacional. Ni la impresionante falta de un programa que ofrecer a los andaluces más allá de unas cuantas vaguedades y otras cuantas extravagancias. Ni las primeras manchas aparecidas en su cortísima trayectoria política y escaso recorrido institucional (Errejón y Monedero, dos sospechosos entre cinco o seis jefes superiores). Ni la cruzada de la ultraderecha apocalíptica que, endemoniada ante la mera posibilidad de su acceso a algún ámbito de poder, los pinta cada día como eso, como unos demonios a los que se atribuyen todo tipo de maldades ahora y de males en el futuro.
Lo que puede arruinar a Podemos y convertirlo en flor de un día -de una temporada- es su sospechosa voluntad de cambiar el sistema democrático por otra cosa que no aclaran cuál es. Es decir, su relación con la libertad. En la España de 2015 no puedes dirigir un programa de televisión financiado por Arabia Saudí en el que se obliga a las participantes a taparse el escote ni puedes negarte a condenar en el Parlamento Europeo la existencia de presos políticos en Venezuela, y tratar de arreglarlo diciendo: "No me gusta que detengan a los alcaldes". ¿Cómo que no te gusta? ¡Oye, que estamos hablando de libertad, no de gustos! Por ahí pierde Pablo Iglesias todo crédito. Y Teresa Rodríguez, claro.
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