JEREZ ÍNTIMO
Marco Antonio Velo
Jerez: lluvia tras los cristales, hombre-robot y José Luis Jiménez
Sine die
En una sociedad tan secularizada como en la que vivimos, los días de Semana Santa ponen de manifiesto las grandes diferencias existentes entre unas comunidades y otras, entre unos países y otros, sin salirnos del orbe cristiano. Hay regiones, me cuesta trabajo repetir lo de comunidades autónomas, en las que la Semana Santa no es más que un tiempo de vacaciones, una especie de relax intermedio entre la Navidad y el verano. No olvidemos que vivimos en una sociedad del ocio que mide el tiempo no por la liturgia, ni siquiera por las estaciones, sino por las vacaciones y las posibilidades de diversión. Salvo casos de vivencias individuales o familiares, en ciertas ciudades se trata de una semana más en la que se incluye un viernes festivo, ideal para darse una escapada a la playa o la sierra. Poco más supone la Semana Santa en numerosas poblaciones en las que solamente se toma conciencia de ella si se pertenece a una comunidad religiosa o se es cristiano practicante.
No sucede lo mismo en Andalucía. La Semana Santa constituye la Fiesta Mayor de la mayoría de los pueblos y ciudades que integran las ocho provincias andaluzas. Lejos de causar una diáspora, estos días atraen a numerosos visitantes que hacen que estas fechas sean consideradas como temporada alta. Y aquí caben todas las versiones y visiones, desde la estrictamente religiosa y litúrgica a la aconfesional y folclórica. Tanto una como la otra son una realidad más complementaria que contrapuesta. Desde la visión litúrgica de los cabildos catedralicios o los cultos parroquiales, incluyendo la visita a los sagrarios en la tarde del Jueves Santo, a la visión casi profana de la fiesta como se pone de manifiesto en autores como Núñez de Herrera, una amplia gama de posibilidades se muestran a los ojos del observador curioso.
Dos años llevamos ya sin pasos en la calle y, como escribió el poeta Rafael Montesinos, la memoria escoge el camino más corto para herirnos. Y nos sentimos alcanzados por el tiempo, en expresión típicamente cernudiana, cuando estos días se nos quedan vacíos de contenido. Por mucho que se nos quiera explicar una y otra vez que la Semana Santa existe sin necesidad de pasos en la calle, entendemos que es así, pero tras escuchar una marcha o recibir el olor del incienso, nos asaltan tantos recuerdos y sentimientos íntimos que, sin la menor duda, la procesión va por dentro.
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