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A RIENDA SUELTA
ASISTIR a una entrevista de trabajo se ha convertido en toda una aventura. Son muchos los candidatos que aseguran que para realizarlas correctamente bien convendría hacer un máster. Y no pecan de exageración. El juego comienza cuando, después de enviar cientos de solicitudes, el día menos pensado reciben una llamada para una citación. Si es su primera vez o llevan mucho tiempo sin asistir a una, mal empiezan, pues, lejos de lo que pudiera parecer, requiere una preparación que va mucho más allá de sacar la ropa formal e imprimir un par de currículos. Los entrevistadores de hoy día analizan al milímetro a cada uno de los candidatos, examinando desde su postura en la silla y movimiento con las manos, hasta su expresión facial. Disimulando su interés por la formación y experiencia, inciden en que destaquen sus fortalezas y debilidades, que expliquen dónde se ven de aquí a 10 años y, como última novedad, que indiquen cuáles son sus expectativas salariales. ¿Alguien encuentra cabida para la naturalidad y honestidad en todo este teatro?
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