LOS padres de adolescentes respiraron aliviados cuando se empezó a poner de moda la apertura de discotecas en horario de tarde dirigidas a un público menor de edad. Allí pueden chicos y chicas entregarse a la música, el baile y demás exigencias de la pubertad, pero sin alcohol de por medio (se supone que también sin otras sustancias tóxicas).

Eso pensaron muchos padres preocupados por las andanzas de sus criaturas, las malas compañías y los ambientes insanos. Las discotecas vespertinas permitían, al fin y al cabo, que sus hijos se divirtieran siguiendo las pautas de la juventud actual, pero exentos de los peligros que dichos hábitos traen consigo. Noticias granadinas les han regresado a la inquietud y el temor.

Ha sido en Granada, efectivamente, donde el Ayuntamiento ha alertado a la Fiscalía de Menores y la Junta de Andalucía acerca de la organización en una discoteca local de fiestas para menores a partir de los doce años en las que se simulan subastas de chicas por las que pujan los chicos con unos billetes semejantes a los del Monopoly que se les entregan a la entrada al local. Los encargados de la discoteca seleccionan a una serie de solteras de oro que son presentadas en la pasarela por el disc jockey del establecimiento. Después de someterse a unas pruebas de baile y desfilar ante el hormonado público masculino, comienza la puja. El folleto de propaganda repartido entre los muchachos concluye: "El chico que más dinero del Monopoly ofrezca por la soltera que le guste conseguirá a la chica y a ambos se les invitará a un refresco en el palco VIP para que se conozcan".

¡Dios mío de mi alma!, se dirán los padres granadinos de las púberes de afición discotequera, ¿qué significa exactamente "conseguirá" a la chica? y ¿a qué se refieren con eso de que invitarán al ganador y a la subastada a un refresco para que "se conozcan"? Probablemente nada que no sea una distracción inocente. Inocente pero dañina: esta ocurrencia prepara a las adolescentes para ser tratadas como ganado que se exhibe en una pasarela y para que los adolescentes se las rifen. En las discotecas para adultos se organizan numeritos de ese estilo. Con una diferencia: las participantes son mayores de edad. Por tanto, allá ellas con sus actos y con el uso que quieran dar a sus cuerpos.

Como la inventiva para ganar dinero es ilimitada, los dueños de la discoteca ya anuncian que este fin de semana, si la autoridad lo permite y el escándalo no estalla, otra fiesta en la que las chicas que acudan con minifalda tendrán un descuento en la entrada y derecho a una consumición gratis. No me escandalizo de nada, pero comprendo que los padres granadinos vuelvan a estar preocupados.

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