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Descanso dominical
Se llamaba Mehran Karimi Nasseri. Fue un refugiado iraní, apátrida, que vivió durante 18 años, entre 1988 y 2006, en la terminal 1 del aeropuerto Charles de Gaulle de París. Su historia, que sirvió para demostrar que el absurdo no tiene límites cuando nos movemos en el plano de la política y la burocracia internacional, inspiró libros, documentales y películas. La más conocida la rodó Spielberg en 2004, con Tom Hanks como prota, y se llama ‘La Terminal’. Puede que la hayan visto.
El inverosímil destino de Nasseri podría haber sido aún más caprichoso y cruel, podría haberle llevado al aeropuerto de Jerez. Y esos 18 años en tránsito se le habrían hecho mucho más largos que en París. En la sala de salidas del aeródromo jerezano falta rock and roll, por resumirlo de forma gráfica. La vida de Nasseri se habría limitado a ver desfilar largas colas de guiris -alemanes e ingleses en su mayoría, algún noruego de vez en cuando- de vuelta al frío y a la lluvia de sus hogares grises. El iraní los vería pasar en manadas, todos con el pellejo colorado del sol de Sancti Petri y la panza hinchada de pescaito frito y sangría. Tendría concierto de chanclas con calcetines, más o menos, entre mayo y septiembre. El resto del año, ni eso. El resto del año, algún jugador de golf dedicado a la buena vida y los pasajeros del vuelo de la mañana a Madrid. Solo ahí vería caras conocidas, las de los senadores y diputados de la provincia de Cádiz, fijos en esos aviones de Iberia Regional que vienen a ser como un autobús con alas. Poco más.
Es cierto que nuestro Tom Hanks particular también habría observado últimamente a más paisanos nuestros subiéndose a vuelos con destino a Londres, Barcelona o Palma de Mallorca. Los de Ryanair. Pero eso, ya lo saben, se va a acabar. No nos engañemos, el de Jerez nunca ha sido un aeropuerto pensando para los de aquí, que tradicionalmente hemos tenido que irnos a Sevilla o Málaga para dar un salto a cualquier lugar del mapa. La de Jerez es una terminal cuya principal utilidad no es que nosotros conozcamos mundo sino justo lo contrario. Y que el turismo, qué gran invento, se deje aquí las perras. Y eso es lo que nos salva la vida y la economía por estas latitudes. Pero, claro, seguir perdiendo conexiones nos conduce a la irrelevancia como destino, no ya doméstico sino también turístico, y ni en las compañías ni en la administración parece que haya nadie que quiera remontar el vuelo…
Nasseri regresó al Charles de Gaulle al final de su vida y murió por causas naturales en 2022, a los 77 años, en la terminal 1 parisina. No sé si habría vuelto a Jerez, un aeropuerto en estado terminal.
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