La esquina
José Aguilar
Yolanda no se va, se queda
HAY un dicho que dice: "Hay tontos que tontos son, hay tontos que tontos se hacen, y hay tontos que hacen tontos a quien tontos no son".
Hoy, no voy a escribir sobre tontos, si no sobre tontos de remate, necios de complacencia y estúpidos de querencia, es decir, sobre ¿el 90%? de nuestra 'casta' política que, a pesar de haberse entronizado como tal -me refiero a lo de 'casta'-, para referirse a ellos habría que decir 'obscena' -perdonen el jueguecito estúpido de palabras, me salió…
Escuchaba hace unos días a Esperanza Aguirre hablar sobre "lo que está pasando" y, de corrido, apuntar alguna de sus ideas para tratar de poner pie en pared. Esta señora, inteligente, capaz y valiente, donde las haya, reconocía sin dudarlo que algunas de las obviedades necesarias que estaba sugiriendo, no iban a ser aceptadas por los que tienen la capacidad para imponerlas, o sea, la mayoría de los altos dirigentes de PP y PSOE.
Esta vil paradoja es muestra de lo espeluznantemente mal que están las cosas, no ya por lo mal que están, si no por lo imposible que parece, que los que se suponen que las tienen que arreglar, puedan hacerlo.
Los que las tendrían que enmendar, señores y señoras, son los que, cuando no están entrando en los Juzgados de la plaza de Castilla, o de cualquier otra plaza de España, como imputados o acusados, están saliendo de ellos como condenados, aunque luego se echen al coleto un indulto caramelizado con reducción de Pedro Ximénez, que ahora se llevan mucho.
La poca vergüenza de esos mandatarios de chichinabo, trepas de la política sin formación alguna para desempeñar los cargos que ocupan y avasallan, está alcanzando cotas de auténtico cachondeo, no se lo puede tomar uno de otro modo si lo que pretende es, al menos, seguir viviendo sin perder en exceso los papeles.
Si ustedes aplican la fórmula que les voy a facilitar, no la comenten porque la quiero patentar, darán con la clave. Éste es el secreto, sumen: capacidad de mentir elevada al cubo, más habilidad para el escaqueo, al cuadrado; más longitud y fortaleza de las uñas para agarrarse al sillón -sin que ni Dios los pueda separar-, más agilidad para colocar amigotes inútiles en puestos relevantes, otra vez al cuadrado; más la resistencia del bolsillo ('mayormente, pa' almacenar francos suizos) elevada, digamos que al cubo; y obtendrán un resultado que será el índice de la 'valía' -léase: "posibilidad de llegar a lo más alto del escalafón"- de la mayoría de nuestros políticos. No esperen que se les caiga la cara de vergüenza, no la tienen. La cara dura, sí, lo que les falta es lo otro.
En el entre tanto, ellos -y ellas-, en lugar de meterse en faena y trabajar para dar solución urgente al caos que nos puede, se dedican a poner el ventilador: ¿yo?, ¡pues tú más!
Ellos no quieren cambios. Ellos quieren 'cambiar', para que no cambie nada. Les va bien como está, a los que nos va de pena es a nosotros, los ciudadanos de a pie, díganme… ¿qué hacemos?, porque, el escenario en el que nos obligan -día sí, día también- a hacer el canelo, no es de recibo.
Apunten: ellos, son los tontos que hacen tontos a quien tontos no son, nosotros.
Pero no olviden lo que les he dicho: no somos tontos, vale, pero ellos nos hacen serlo. No se quejen luego.
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