Agentes marroquíes en España

Editorial

El Estado español debe colaborar con Marruecos en el control del terrorismo islamista, pero impedir que se actúe en nuestro territorio contra opositores políticos

10 de julio 2023 - 00:00

Sería una hipocresía o, peor aún, una ingenuidad, sorprenderse de que haya agentes de los servicios de inteligencia marroquíes operando en España para controlar a sus conciudadanos díscolos. Al igual que nuestro país tuvo (y probablemente siga teniendo) a numerosos miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en el País Vasco francés para controlar a los miembros y colaboradores de ETA allí refugiados, es legítimo y necesario que el reino alauí los tenga para espiar a posibles terroristas islamistas, un auténtico problema no sólo para los países occidentales, sino también para las naciones musulmanas. Otra cosa muy diferente es que dichos agentes se dediquen a controlar y entorpecer la labor de algunos de sus conciudadanos residentes en España cuya única reivindicación y objetivo es la mejora democrática de un país que, a la vista de todos está, tiene importantes déficits en libertades y derechos fundamentales. Un ejemplo muy claro es el muy perseguido Hirak, movimiento regionalista del Rif que reivindica mejoras en una región muy castigada por la pobreza y que sufre la indiferencia del Estado marroquí. Como ha publicado este domingo este periódico, tanto el Hirak como los saharauis son dos de los principales objetivos de los agentes marroquíes en España.

Ante todo, el Estado español debe exigir estar al tanto de todas las operaciones de inteligencia de los marroquíes en nuestro territorio. Por supuesto, debe colaborar en lo posible en todas aquellas operaciones cuyo fin sea la persecución del terrorismo yihadista y el control de sus semilleros, como son las mezquitas salafistas. Pero también debe impedir que agentes actúen en territorio español para impedir que ciudadanos marroquíes ejerzan derechos fundamentales que consagra nuestra Constitución, como la libertad de expresión o la actividad política no violenta.

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