Granada y las burbujas de poder

La crisis municipal de Granada es un episodio más del desmontaje de Cs que pilota el PP e ilustra las estrategias enfrentadas de Génova y San Telmo

Después de la crisis de Murcia y el adelanto electoral en Madrid, Granada se ha convertido en el escaparate nacional de la campaña de derribo que está protagonizando el PP para desintegrar Ciudadanos, liderar el bloque de centroderecha en España desmarcándose de Vox y comenzar a posicionarse como opción de Gobierno sólida tanto a nivel nacional como regional. En Granada se ha librado una batalla local, pero también han medido sus fuerzas los partidos con estrategias diferenciadas -e incluso enfrentadas- desde Génova y San Telmo. Si con la incontestable victoria de Díaz Ayuso en Madrid el PP logró remontar los desastrosos resultados en Cataluña, en Granada se ha estrellado: decidieron acorralar al alcalde abandonando el gobierno de coalición en la capital y han terminado pasando a la oposición. En el caso de Cs, el partido de Inés Arrimadas cava un poco más su tumba perdiendo su Alcaldía más emblemática en España. Hace justo dos años, en las municipales de 2019, en Granada se producía una carambola similar a la que se había producido unos meses antes en Andalucía: los socialistas ganaban en las urnas, pero la derecha conseguía gobernar. En el caso de la capital granadina, con el inesperado acuerdo entre PP y Cs para que cogiera el bastón de mando el candidato naranja pese a contar con sólo 4 concejales frente a los 7 del PP. En esta crisis anunciada (Sebastián Pérez activó el reloj en mayo reivindicando la Alcaldía para el PP), se han producido dos puntos de inflexión. El primero es el salto a Génova de Fran Hervías, el secretario de Organización de Albert Rivera, pilotando la desintegración de Cs. El segundo, la victoria de Juan Espadas frente a Susana Díaz, abriendo tiempos de diálogo y moderación en el PSOE regional que Luis Salvador ha esgrimido para romper con Cs y volver a situarse en la órbita del partido del que fue senador. Lo que se haya pactado bajo cuerda está por ver e incluso la estabilidad del actual gobierno, con el alcalde imputado por prevaricación. Lo que ya queda como lección de Granada es la imprevisibilidad misma de la política. Ni los pactos antitransfuguismo han servido ni son infalibles las jugadas tacticistas que diseñan los fontaneros de los partidos en sus burbujas de poder.

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