Una moción de caricatura

El PP es el partido que con más furor ha reaccionado en contra de la iniciativa que ha promovido Vox. No puede respaldarla, pero tampoco rechazarla

Finalmente, Vox ha prometido que el próximo lunes presentará la moción de censura contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez que lleva anunciando desde hace casi tres meses y que desde el inicio se sabe que saldrá derrotada. La formación de derecha radical ha escogido a un independiente para dirigir el país como presidente del Gobierno en caso de prosperar su opción en el Congreso: Ramón Tamames, un prestigioso economista de 89 años, histórico luchador antifranquista, figura en su día del PCE y fundador de Izquierda Unida, aunque con una errática trayectoria en sus últimos años de actividad política. Y ahora instrumento de un partido que se halla en las antípodas de su ideario de vida. La formación que con más furor ha reaccionado contra esta iniciativa ha sido el PP. Lógico, aprecia que estamos ante un sainete institucional orquestado por un partido por cuyos votantes compite. Nada le favorece. El propio Alberto Núñez Feijóo ha calificado la moción de "show". No puede respaldarla, pero tampoco rechazarla, porque el último fin que persigue es deponer a Pedro Sánchez. Los socialistas, por el contrario, ven la maniobra como una oportunidad para unir filas en un bloque muy desgastado por la cadena de errores en la gestión y las insalvables discrepancias internas. El PSOE fijará la fecha del debate cuando más favorezca a sus intereses, con las elecciones del 28 de mayo en el horizonte. Será la sexta moción de censura de la democracia y la segunda de la presente legislatura, después de la de Santiago Abascal, que ahora prefiere asistir de espectador pese a promoverla. El temor a convertir el Congreso en un circo es más que evidente. La moción cuenta con todos los ingredientes para que se transforme en una caricatura de la política y de los políticos en España. Ese riesgo no debería desdeñarse. Lo ideal sería cumplir este trámite con máximo respeto sin caer en los excesos que en el fondo buscan sus impulsores. Y pasar página.

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