El regreso de las fiestas

El gran reto está en conjugar la máxima seguridad de los ciudadanos con la celebración de las fiestas tradicionales sin que sean desvirtuadas

Con más del 80% de la población mayor de 12 años vacunada, Andalucía conquista cada día nuevas parcelas de relativa normalidad, aunque tardaremos mucho, quizás años, en volver a una situación similar a la que había antes de la irrupción del coronavirus. Esta vuelta a la normalidad no sería completa sin las muchas fiestas tradicionales que se celebran en Andalucía, que son parte esencial de la manera de vivir de un pueblo con fuertes raíces como el nuestro. En los últimos dos años, la suspensión de todas estas celebraciones (procesiones, romerías, carnavales, verbenas, ferias, corridas de toros, etcétera) no sólo ha supuesto un desgarro emocional para muchos ciudadanos, sino también un auténtico varapalo económico para los miles de familias que viven del negocio generada por las mismas. Por eso es una buena noticia que, poco a poco, se vayan recuperando estos festejos. Aunque la pandemia no está ni mucho menos superada, lo cierto es que su agresividad ha bajado considerablemente en las últimas semanas y nada justifica que no se avance en la conquista de la normalidad. En los últimos días, por ejemplo, se ha anunciado que, en 2022, Sevilla volverá a celebrar su Semana Santa, y Cádiz su carnaval, aunque esta última cita se retrasará hasta la primavera. Es, como decíamos, una buena noticia. El reto ahora está en cómo celebrar de nuevo estas fiestas conjugando la seguridad de las personas sin desvirtuar el carácter tradicional de las mismas. De nada servirá volver a las fiestas si éstas son desfiguradas, entre otras cosas porque dejarán de tener el papel de afirmación identitaria y de construcción de la comunidad que siempre han tenido. Es ahí donde las administraciones deberán hilar fino. Aunque todo apunta a una paulatina disminución del peligro, no sabemos muy bien cómo habrá evolucionado la pandemia en unos meses, por eso es necesario estar preparados para los diferentes escenarios que se puedan presentar, desde una celebración de las fiestas con muy pocas restricciones (siempre habrá algunas), hasta una posible suspensión a última hora. Vender otra cosa sería engañar a los ciudadanos.

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