La tolerancia política es el mensaje del Rey

25 de diciembre 2025 - 11:22

Las ideas propias no son dogma ni las ajenas, amenazas. Esta concluyente frase del mensaje de Navidad del Rey concentra el núcleo de un gran discurso en el que Felipe VI ha reivindicado la convivencia como elemento básico e imprescindible de nuestra democracia. Ahora que los extremismos y populismos se abren paso en el escenario internacional y nacional, el mensaje ha querido ser un llamamiento a la convivencia, pues si hay algo que define a estos movimientos es el rechazo político del otro. El principio de cualquier sistema democrático se asienta en el reconocimiento del contrario como representación legítima de una parte de la soberanía nacional. Sin esta consideración, la democracia sólo es un campo de batalla que finaliza de modo estrepitoso en la victoria de unos sobre otros.

La polarización política e, incluso, la afectiva que se está instalando en la sociedad española merece esta reflexión de Felipe VI. Pero el Rey ha abundado en un elemento más que agrava esta crispación, y es la desconfianza de los ciudadanos, surgida no sólo del mejorable comportamiento de los políticos, sino por problemas que afectan a sus condiciones de vida: el elevado coste de ésta, los problemas de acceso a la vivienda, la incertidumbre de unos avances tecnológicos disruptores y los cambios climáticos. Ello lleva al "hastío, el desencanto y la desafección".

Felipe VI ha aportado cuatro elementos que ayudarían a limar esa desafección que, por otra parte, está presente en todos los barómetros que se vienen haciendo. El diálogo, la ejemplaridad de los dirigentes, la empatía y la necesaria dignidad del ser humano, sobre todo de los más vulnerables. El diálogo llama a la eliminación de las líneas rojas y los muros; la ejemplaridad recuerda que la corrupción mina la confianza, y la dignidad recuerda que a los migrantes, a los más pobres, a la infancia. Llama la atención la inclusión de la empatía, una virtud de la que los Reyes hicieron gala en la polémica visita a Paiporta después de la tragedia de la dana.

El Rey ha dicho todo lo que quería decir en un formato más ágil, en un mensaje de sólo nueve minutos, que es acorde con los nuevos modos de consumo masivo. La puesta de estos mensajes es escena ha mejorado, como el resto de intervenciones de Felipe VI. El Rey entró en el plano caminando, habló de pie, con un adecuado lenguaje corporal y en un escenario que rememoraba las mejores décadas de convivencia en el país, las que hicieron posible avanzar desde la Transición democrática hasta la plena integración en las comunidades europeas.

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