Jose Antonio Merat León

Radiografía de las microdiscriminaciones

La tribuna

Borja Iglesias y yo somos privilegiados. Somos hombres, blancos, heterosexuales, europeos y con una situación económica estable. No vamos a sufrir discriminación en nuestra vida

Radiografía de las microdiscriminaciones
Radiografía de las microdiscriminaciones / Rosell

01 de julio 2023 - 00:15

Hola, soy Borja Iglesias y soy heterosexual”. Si estáis conectados a las redes sociales, habéis visto esta campaña del delantero del Real Betis en que juega a darle la vuelta a la normalidad de la mano de otras celebridades. Por increíble que resulte, aún en 2023, el mes de junio sigue siendo un mes cargado de polémicas a razón de la celebración del Orgullo LGTBI. La última más sonada en Sevilla, porque en el cartel de las citadas fiestas figuran las Santas Justa y Rufina de Murillo con una bandera del colectivo haciendo de palla. ¡Y porque Daniel Dalopo, su autor, se cargara la pintura de la Giralda y la sustituyera por una silueta! En esta ciudad, ¡que le hemos hecho estampitas religiosas a futbolistas y un blues a nuestras vírgenes! El que se ofende es porque quiere.

Es muy importante que el mensaje del delantero del Real Betis sonase grotesco, porque es igualmente bruto rechazar la diversidad sexual y de identidad. Todavía, en el debate social hay un asunto que no se ha comprendido del todo. Hablo del “privilegio”. Borja Iglesias y yo somos privilegiados. Somos hombres, blancos, heterosexuales, europeos y con una situación económica estable. No vamos a sufrir discriminación en nuestra vida. Pero, si cambiamos una de esas condiciones por su opuesta, por ejemplo, la del sexo o el color de piel, las circunstancias cambian. Salirse de ese estatus de privilegio no significa sufrir vejaciones o insultos por la calle –a veces sí–, pero sí disfrutar de menos oportunidades para tener “éxito”. No es que yo desee sufrir la misma discriminación que otro grupo social o que me quiten el trabajo por una mera cuestión de identidad. Solo jugar con las mismas oportunidades. Por eso es importante, ya digo, que Borja Iglesias se meta en los teléfonos de sus seguidores para decir de manera muy explícita, como ídolo de masas, que ya está bien de insultar a un hombre por llevar bolso, falda o las uñas pintadas; o que es soez pedir un mes del Orgullo Heterosexual. No he escuchado a nadie decir a un amigo que no pasa nada por ser heterosexual porque le va a seguir queriendo igual. Al contrario, sí. ¡Y faltaría más!

Sobre futbolistas y movimientos sociales, no hablar de Vinícius se antoja difícil. ¿Otra vez? Sí, otra vez. El tema del racismo en España no ha hecho más que empezar. Lula da Silva acusó a nuestro país de ser racista y pensé que estaba exagerando. Poco a poco, no fue solo el jugador del Madrid sino muchos otros, y en distintos deportes, quienes secundaron la denuncia. Había más casos. Luego leí testimonios, como el de una amiga colombiana, hablando sobre actitudes que vive día a día en nuestro país y que considera racistas. Y ahora yo también.

He llegado a la conclusión de que, si España no es un país racista, por lo menos se viven infinidad de ocasiones en que el “microrracismo” existe. ¡Leches, el chino, qué bien habla español! ¡Ay, no trabajas aquí, me he equivocado! Con la apariencia física hay muchos ejemplos; en el legal también; en el académico, siempre cuento el caso de un alumno camerunés que ya era ingeniero y, cuando llegó a España, le hicieron repetir la carrera entera en mi universidad. ¡Qué notazas sacaba el chaval!, se sorprendían muchos. Claro, es que ya era ingeniero. Seguro que más de un par de años le podrían haber convalidado. Repito que, si mantenemos que España no es un país racista, al menos tenemos un problema del que todavía no conocemos demasiado. Ya hemos aprendido de otras causas.

Con el feminismo nos pasó. Hemos avanzado a pasos agigantados en la última década, aunque todavía falte mucho. Un camino de aprendizaje, de que nos pusieran la cara colorada para que abandonáramos ciertas bromas, comentarios o actitudes. ¡¿Es que ya no se puede decir nada o qué?! Es que esos chascarrillos nunca hicieron gracia, pero los –las– afectadas se callaban más de la cuenta.

Ignorantia iuris non excustat. Cuando el tema de los micromachismos llegó por primera vez a mi diccionario, tuve que preguntar, darme cuenta y corregirlos. Tenía muchísimos y los sigo teniendo, pero trato de trabajarlos lo mejor que puedo.

Me temo que estas microdiscriminaciones han convivido entre nosotros desde siempre, pero es momento de sentarnos a aprenderlas para hacer de la calle un lugar más pacífico. De momento, el clima de crispación y ofensas cruzadas no para de subir. Ojalá, pronto tengamos una campaña en que se vea a un aficionado levantarse de su asiento en la grada y le grite a Andrés Iniesta: ¡Puto blanco!

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