Tribuna

Manuel J. Marchena

Presidente de AGA (Asociación Española de Empresas Gestoras de los Servicios de Agua Urbana)

El agua del grifo y la resiliencia

El agua del grifo y la resiliencia El agua del grifo y la resiliencia

El agua del grifo y la resiliencia

Resiliencia es uno de esos términos que de un tiempo a esta parte han hecho fortuna en determinados ambientes pero que en el entorno actual no ha brillado mucho por su utilización en boca de unos y otros. Como suele suceder, es una nueva palabra para definir e innovar sobre algo preexistente. En este caso hablamos nada más y nada menos que de la capacidad de adaptación. "De la capacidad para recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro." Casi nada.

Para los que trabajamos en los servicios públicos es un término muy útil porque, en una sola palabra, aúna cualidad y necesidad, virtud y exigencia, aspiración y satisfacción diaria por el trabajo bien hecho.

El Covid-19, ese "bicho" tan omnipresente que se ha colado en nuestras vidas, nos ha servido para constatar algo que los profesionales del agua ya sabíamos: a resiliente, a este sector, no hay quien le gane. ¿Se imaginan cómo de penosas habrían sido estas semanas de confinamiento sin agua del grifo en nuestras casas? Es posible que casi ninguno de ustedes se haya planteado la cuestión, porque el de la gestión del ciclo del agua urbana es uno de los servicios públicos que mejor funciona en España. Algo en lo que reparamos solo cuando falta.

¿Por qué el servicio del agua ha mantenido el nivel de prestación habitual? Fundamentalmente hay tres razones que lo explican. La primera se basa en la histórica alianza público-privada que en España existe en torno a la gestión de los servicios hídricos. Una excelente colaboración entre las empresas y las administraciones, que siempre mantienen la titularidad de los servicios, y que hace posible que el ciudadano disfrute de uno de los mejores servicios públicos del mundo. Y sin darse cuenta, porque sólo lo valora cuando falta. Conviviendo, con naturalidad, operadores de capital privado, público y mixto, un sector donde España siempre ha sido líder mundial. Esta colaboración de años entre lo público y lo privado adquiere especial importancia en estos momentos de crisis, cuando el esfuerzo conjunto y coordinado es un plus para superar las adversidades.

Cada vez que me preguntan por lo mejor que tenemos las empresas de gestión del agua digo lo mismo: las personas. Ésta es la segunda razón. Detrás del agua que sale por el grifo de nuestras casas hay muchos nombres y apellidos. Más de 60.000 hombres y mujeres en toda España. Técnicos de todas las especialidades con un alto grado de especialización y, por encima de todo, con un espíritu de servicio vocacional.

Los ciudadanos hemos tenido la inmensa suerte de afrontar la actual batalla contra el virus contando con este "ejército" de valientes que se han batido el cobre con el único objetivo de garantizar la continuidad de los servicios de agua para aliviar la situación higiénico-sanitaria. Conscientes del enorme valor de sus plantillas, las empresas también han estado a la altura durante estas semanas, protegiendo a trabajadores. En el sector no se han adoptado medidas de regulación de empleo. Sin embargo, sí he podido constatar que las personas que han mantenido su actividad durante las semanas más duras de la crisis han gozado -como no podía ser menos- de todos los elementos necesarios para desarrollar sus funciones garantizando su seguridad y la del resto de ciudadanos.

Eficacia y determinación son, para mí, el tercer elemento que explica el ejemplar desempeño operativo del sector en la actual situación de emergencia. Desde el primer momento, antes incluso de que se decretase el estado de alarma, las empresas diseñaron e implantaron planes de contingencia con sus respectivas medidas higiénico-sanitarias, operativas, laborales, de atención a los usuarios y también sociales. Estas últimas, con el objetivo asegurar los servicios del ciclo integral del agua a todos los ciudadanos, especialmente a los más vulnerables. Este aspecto ha sido prioritario para nuestro sector y por eso se han reforzado todos los mecanismos de acción social que en la práctica totalidad de los municipios españoles cubren, parcial o totalmente, el coste de los recibos de agua de aquellos colectivos que no pueden pagar la factura. Prueba de ello es que, a partir del 14 de marzo, las empresas operadoras decidimos, de manera voluntaria, suspender todos los cortes de suministro para garantizar el abastecimiento del agua.

En definitiva, creo que la prueba que estamos superando durante estas semanas ha supuesto un auténtico "examen sorpresa" para el mundo de la gestión del agua. Y, honestamente, creo que lo hemos superado con nota, a pesar de las elevadas caídas de ingresos que se están produciendo. La sociedad lo reconoce y nuestros dirigentes deberían adoptar las medidas estructurales, legislativas y de inversión necesarias para garantizar que este servicio siga siendo sostenible a medio y largo plazo. Porque el agua en España es de todos, como corresponde a un derecho humano. Con esa premisa trabajamos todos en este sector. Negar esto en los tiempos que corren significa jugar no ya con agua, sino con fuego. Y no es el momento, porque éstos son tiempos de responsabilidad.

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