Los bares donde comer chicharrones en Jerez: “son la estrella de la casa”
Crujientes por fuera, jugosos por dentro y con ese toque de especias que los hace irresistibles, este aperitivo se ha ganado un lugar de honor en la cocina jerezana
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Los chicharrones, ese manjar crujiente de carne porcina, tienen un origen que se remonta al siglo XIII, cuando los colonos del norte de la península llevaron al sur su pasión por el cerdo, dejando un legado culinario que perdura en Jerez. Introducido por andaluces en Canarias y América, este plato ha conquistado numerosos paladares, pero es en la provincia de Cádiz, y especialmente en Jerez, donde alcanza su máxima expresión.
Desde tabancos clásicos hasta modernos gastrobares, la ciudad ofrece un recorrido por los mejores lugares para disfrutar de este bocado. Cada establecimiento tiene su propio secreto; algunos apuestan por recetas tradicionales, mientras otros innovan con especias o acompañamientos que realzan su sabor. Lo que está claro es que siempre deben estar acompañados de buen vino y conversación.
En Jerez, son muchos los lugares donde probarlos, pero hay cuatro que destacan por su manera particular de interpretar este clásico.
Tabanco Las Banderillas, el chicharrón tradicional
Este lugar se ha convertido en toda una institución en la ciudad jerezana. Situado en la calle Caballeros, es uno de esos locales que parecen detenidos en el tiempo, con una decoración taurina y una barra de madera donde el vino corre generoso. Los chicharrones aquí se sirven al corte y en papelón, como mandan los cánones. Son sencillos, sin artificios, pero cargados de tradición. El ambiente es el de un tabanco clásico, con los parroquianos habituales y turistas curiosos compartiendo mesa alta. La tapa tiene un precio de 4,80€, un bocado clásico a un coste muy razonable.
Bujío, el toque dulce al chicharrón
En este local, ubicado en la plaza de la Cruz Vieja, el chicharrón se convierte en protagonista de una propuesta más desenfadada. Aquí no faltan los cortes crujientes, servidos en raciones abundantes para compartir, pero la sorpresa llega con una tapa que se ha ganado adeptos: el chicharrón de Cádiz servido sobre una torta de Inés Rosales. El contraste entre lo crujiente y salado de la carne y el punto dulce y anisado de la torta crea una combinación que sorprende al primer bocado. El restaurante, con una decoración bastante colorida, se ha consolidado como lugar de encuentro para quienes buscan un tapeo creativo por las calles de Jerez. El precio de esta tapa es de 3,50€, perfecta para disfrutar sin remordimientos.
Matria Cocina Materna, el enfrentamiento entre Cádiz y Jerez
La propuesta de Matria Cocina Materna es muy distinta. Ubicado en la calle Medina, este restaurante tiene entre sus tapas estrella Chicharrones “Cádiz vs Jerez”, que enfrenta dos estilos en un mismo plato. Combina el crujiente y sabroso chicharrón frito frente al fiambre gaditano, todo aderezado con polvo de torrezno y chimichurri. El precio de esta tapa es de 3,80€. El resultado es un bocado sorprendente y permite al comensal explorar la riqueza de sabores de la provincia en un solo plato.
Jaleo, el punto internacional a un clásico
En pleno ambiente de la plaza del Clavo, Jaleo ofrece un plato que mezcla lo clásico con lo internacional. El local sorprende desde que entras ya que hay sillas sevillanas colgadas al techo, farolillos y sombreros cordobeses, todo en tonos rojos intensos, muy acorde con la energía de la plaza. Su tapa estrella, un taco de chicharrones fritos acompañado de mayonesa de lima y un toque de amontillado, convierte un clásico gaditano en una unión con la cultura mexicana. El taco tiene un precio de 4,50€, ideal para probar una fusión con sabor local. Entre conversación, risas y el bullicio del entorno, Jaleo invita a disfrutar de un tapeo original mientras se respira el ambiente vibrante de Jerez.
Recorrer las calles y bares de la ciudad permite descubrir no solo la riqueza gastronómica de los chicharrones, sino también el carácter de Jerez, donde cada tapa se convierte en un momento compartido entre amigos, buena conversación y, por supuesto, una copa de vino.
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