FLAMENCO

En busca del alma de la guitarra

  • David Peña, Javier Mejías y Jerónimo Pérez son tres luthiers de la provincia encargados de elaborar guitarras para algunos de los grandes profesionales del momento

Javier Mejías Gómez, artesano de la guitarra española

Javier Mejías Gómez, artesano de la guitarra española

Decía Paco de Lucía que "la guitarra le ofreció la capacidad de poder expresarse con el resto del mundo sin utilizar la palabra". La guitarra es arte, es el medio que utilizan los artistas para expresarse. Pero ¿cuál es su proceso creativo? ¿Cómo se llega a ella? Detrás de este instrumento encontramos a profesionales enamorados de un arte minucioso y al que muchos han llegado por distintos caminos.

Jerez no es solo una cuna del flamenco. Es tierra de guitarristas, de maestros como Carbonero, Parrilla de Jerez, Moraíto Chico, Gerardo Núñez, Balao o Paco Cepero por citar a algunos. Por ello, cada vez hay más profesionales de este ámbito, luthiers cuyo día a día consiste en mejorar y obtener el mejor sonido para toda esa legión de guitarristas de la que podemos presumir.

David Peña, Javier Mejías y Jerónimo Pérez son tres artesanos de la guitarra, apasionados del flamenco y devotos de su sonido. Cada uno de ellos tiene una historia diferente, un viaje a través de la música que los ha llevado a crear con sus manos y alma, un instrumento que conmueve con su sonido.

David Peña (Jerez de la Frontera, 1973)

David Peña, nació en Jerez de la Frontera en 1973. Lleva el barrio de Santiago en sus venas. Criado con el flamenco, toda su vida alrededor, toda la familia de los Peña y Lebrijano son parientes de su padre. "José Mercé es primo de mi padre, toda la gente de los Sordera también, me he criado con el flamenco”. Nunca ha hecho falta un motivo especial para que las guitarras y el cante suenen en su hogar. "En mi casa desde niño jamás hacía falta algo especial para que cogiéramos una guitarra, cantáramos y bailáramos, es algo que hemos vivido toda la vida".

El flechazo del luthier jerezano con el instrumento de cuerdas fue curioso. "He sido chapista toda mi vida. Tocaba la guitarra de manera semiprofesional para algunos artistas como Fernando de la Morena, José Vargas El Mono y Luis de la Pica, pero me he dedicado toda la vida a trabajar como chapista en la Peugeot. Siempre se me ha dado bien la artesanía hasta que un día decidí coger una guitarra vieja y abrirla. Necesitaba conocer el instrumento por dentro".

Descubrir aquel secreto le incitó y motivó para dejarlo todo y dedicarse en exclusiva a esta profesión. "Compré algunas maderas, herramientas de mano y en mi tiempo libre empecé a hacer una. Me hacía mucha ilusión poder tocar una guitarra hecha por mí. La primera no me salió del todo bien, pero no estaba del todo mal. Tengo mucha amistad con guitarristas como Diego del Morao y Antonio Rey, y cuando me di cuenta ya tenía mi primer encargo. Luego salió otro, después otro más...hasta que me di cuenta de que lo que realmente me llenaba era hacer guitarras. Hablé con mi mujer, cogí la cuenta en mi trabajo y me dediqué a elaborar guitarras. Los primeros años fueron complicados, pero a día de hoy estoy bien situado y gracias a Dios no me falta el trabajo".

David Peña mientras elabora una guitarra. David Peña mientras elabora una guitarra.

David Peña mientras elabora una guitarra. / Paco Barroso

La relación de un artesano con la guitarra va mucho más allá de una historia de amor. Es el tacto, el cariño, la paciencia…sentimientos que David Peña entiende muy bien. "La guitarra es mi vida. Es mi mujer, mi amante, mi novia, mi madre…mi todo. No tengo límites a la hora de trabajar, es más, a veces me tienen que llamar para que me vaya a casa. Cuando hago una guitarra, es como si hiciera un hijo y luego me da muchísima pena desprenderme de las que hago. Como dice el refrán: En casa del herrero, cuchillo de palo. Solamente tengo una que hice y se la regalé a mi mujer. Eso sí, cuando veo una guitarra mía en manos de grandes guitarristas como Diego del Morao me emociono muchísimo".

Una guitarra debe de sonar a la perfección, por eso es necesario que exista una buena relación entre guitarrista y guitarrero. "No todas las guitarras le sirven al mismo guitarrista. Por ejemplo, Diego del Morao no puede tocar la guitarra de Antonio Rey, ni Antonio Rey puede tocar la de Diego del Morao. Cada guitarrista tiene unas características en las pulsaciones de sus dedos, los agudos, los graves, las manos que tiene...A la hora de construirla hay muchas cosas en las que debes pararte".

En esta misma línea, David Peña añade también que "además de conocer al guitarrista, es necesario tener una buena selección de maderas, la materia prima debe de ser excelente. La madera como mínimo debe tener un secado de 15 a 20 años porque si ya tienes eso, ya posees el 50% de una guitarra de calidad, sonará bien. Cuantos más años tenga, menos le afecta la humedad”.

Javier Mejías Gómez, (Jerez de la Frontera, 1981)

Javier Mejías Gómez nació en Jerez de la Frontera en 1981. Tras cursar arquitectura en Madrid, se dio cuenta de que prefería construir guitarras a edificios porque "me gustaba más y porque pensé que se me iba a dar mejor. Mi formación como arquitecto me ha sido muy útil para evolucionar como guitarrero, porque una cosa es construir el mueble, pero hacerlo sonar bien son palabras mayores"; señala el jerezano.

Estudiar el sonido, la madera y la cultura de la guitarra son aspectos que Javier Mejías tiene en cuenta en sus trabajos de artesanía, por eso el instrumento para el luthier es "la unión perfecta entre Ciencia, Historia, Arte y Artesanía. Además, forma parte de nuestra identidad. Es el instrumento musical más tocado del mundo y, en gran parte, somos responsables de su desarrollo. Hasta mediados del siglo XIX la guitarra era un instrumento de segunda y fue un andaluz, Antonio de Torres, quien la rediseñó convirtiéndola en lo que hoy conocemos”.

Javier Mejías Gómez, cambió los edificios por las guitarras Javier Mejías Gómez, cambió los edificios por las guitarras

Javier Mejías Gómez, cambió los edificios por las guitarras

A la hora de hacerlas, Javier Mejías las estudia y conoce en profundidad por eso comenta que "hay cosas básicas como el equilibrio, pero por suerte el sonido perfecto no existe. Cada uno tiene un timbre en la cabeza que anda buscando. El sonido que yo busco, lógicamente está muy ligado al flamenco y al timbre español, rico en armónicos. El músico utiliza el sonido como el poeta las palabras para expresar cosas que los demás solo intuimos. Así que, en mi forma de diseñar y construir, hay un principio fundamental, la guitarra tiene que ser sensible y facilitar que el guitarrista se exprese con claridad y belleza. Ponérselo fácil. Controlar la pulsación para que la guitarra resulte cómoda, controlar la afinación porque sin afinación no hay música y conseguir un timbre expresivo y claro".

En este sentido es importante también que la gente sepa diferenciar la guitarra clásica de la de flamenco. "Hay diferencias evidentes como la altura de las cuerdas, maderas utilizadas, las dimensiones de la caja... Pero las diferencias importantes no se ven y tiene más que ver con el timbre y la pulsación. Las dos parten de lo mismo, que es la guitarra de Torres, pero cada una ha evolucionado según sus necesidades”.

A lo largo de todos sus años de trabajo, Javier Mejías tiene anécdotas de todo tipo, algunas llenas de muchísima sensibilidad. "Me hizo mucha ilusión un encargo de una persona invidente, que tenía un sentido del oído muy fino. Había escuchado una guitarra mía que le había emocionado y vino a Jerez desde Nueva York a conocerme. Nos hicimos amigos y está aprendiendo a tocar flamenco. También las hay tristes como el accidente que tuvo la guitarra que construí para Diego del Morao…Era una buena guitarra que lo acompañó en recitales y grabaciones. Una pena”.

Jerónimo Pérez (Algodonales, 1978)

Jerónimo Pérez supo desde niño que su pasión era la artesanía. Su padre, carpintero-ebanista, le enseñó a trabajar con la madera, y a los 16 años se puso manos a la obra. Nacido en Algodonales en 1978, desde niño aprendió un oficio, que acompañado con los acordes flamencos que escuchaba, le fue conquistando. "Sabía hacer de todo por la carpintería de mi padre. Por mi afición al flamenco y la guitarra, decidí estudiarla. Gracias a los conocimientos que tenía, porque estudié también algo de guitarra, un día decidí elaborar una, y monté un pequeño taller. Desde entonces no me ha faltado el trabajo afortunadamente, me dedico a mi pasión”.

La guitarra es una compañera que mima, cuida y acaricia a la vez que la construye con el toque de algunos de sus ídolos. "Paco de Lucía, Moraíto, El Bola de Jerez, Miguel Salado…escucharlos es fantástico. Gracias a su talento, he convertido la guitarra en mi forma de vida. Me meto en mi taller y se me pasan las horas del día volando".

Gerónimo Pérez muestra una de sus guitarras. Gerónimo Pérez muestra una de sus guitarras.

Gerónimo Pérez muestra una de sus guitarras.

A algunos de ellos ha tenido la suerte de construirles guitarras, como el caso de "Miguel Salado y el maestro Paco Cepero ”; señala el luthier. También "José Quevedo 'BolitaDiego del Morao y Domingo Rubichi” han tenido trabajos suyos. Y si la guitarra es sonido, Gerónimo reconoce perfectamente cuándo suena uno de sus instrumentos: "Cuando cojo las maderas, ya sé cómo va a sonar. Y cuando las termino y escucho a algún artista, sé diferenciar cuál es la mía”.

 

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