Flamenco

Manuel Malena: "No sé por qué ahora para cantar hay que inventarse una historia"

  • El jerezano ha vuelto estos días a Jerez después de dos años sin pisar su tierra debido a la pandemia: “Llevo toda la vida fuera, pero estos dos años han sido muy duros”

Manuel Malena posa para Diario de Jerez en El Gallo Azul.

Manuel Malena posa para Diario de Jerez en El Gallo Azul. / Miguel Ángel González

Aprovechando su estancia en Jerez, charlamos con Manuel Moreno Carrasco ‘Manuel Malena’ (Jerez, 1958). Tras dos años sin poder pisar su tierra debido a la pandemia, el jerezano nos relata sus vivencias con el marco incomprable del Gallo Azul.

–Ha vuelto a usted a Jerez después de mucho tiempo....

–Sí, con el tema de la pandemia llevaba dos años sin venir, porque suelo venir al menos una vez al año. Si te digo la verdad, han sido dos años muy duros, a mí se me han hecho una eternidad y mira que estoy acostumbrado a estar fuera y he vivido en varios países, pero esta vez ha sido diferente.

–¿Después de dos años, qué ha sido lo primero que ha hecho cuando ha llegado a Jerez?

–Bueno, tengo la suerte de que mi cuñado es cocinero, mi suegra es una fenómena y ya me ‘jartado’ de menudo y de cola de toro (risas). Me voy ya para allá si no me voy a poner....(risas). Es que han sido dos años allí sin comer estas cosas, y ya sabes, te las comes hasta con la calor que hace. 

–(...)

–Yo de todos modos en Japón cocino cosas de aquí, hemos hecho hasta puchero y menudo. Lo que hacemos es salar los huesos y ya nos sirve para el puchero. Además, ya tengo localizado un sitio pa comprar el vino de Jerez. A mí me gusta rebuscarlo todo. 

–¿Qué es lo que más le gusta cuando viene a Jerez?

–Sobre todo la tranquilidad que hay aquí. Aunque haya mucha gente por la calle Larga andando, no tiene ni comparación con lo que hay allí. En un cachito de calle no puedes andar, es como la noche y el día.  

–Porque usted sigue teniendo su residencia en Tokio, ¿no?

–Bueno, vivíamos en Tokio, pero con la pandemia nos hemos mudado a la provincia de Kanagawa, que está al sur. Ahora mismo vivimos a cinco minutos de la playa y a una hora del centro de Tokio.Llevo ya ocho años en Japón y la verdad es que estoy acostumbrado a la vida que se hace allí. Tengo mucho trabajo, y como está muy bien comunicado todo, para actuar en cualquier ciudad, coges el tren rápido y en unas horas estás allí. Además, ya tengo mis contactos allí y está adaptado. 

–Antes me ha hablado de la pandemia y lo dura que ha sido. ¿Han cambiado allí mucho las cosas a nivel de trabajo?

–Sinceramente, sí. A mí me ha afectado en el sentido de que al reducir los aforos, se cobra la mitad. Yo suelo hacer actuaciones en sitios grandes y claro, las restricciones se han notado. Eso ha sido durante dos años. Ahora cuando vuelva será cuando comenzará a estar un poco mejor, pero estos dos años han sido duros, ha costado, aunque se sobrevive. 

–¿Y no ha pensado en venirse?

–Claro que sí, algún día lo haré. La verdad es que no me quejo por cómo vivo allí, estoy contento, si no ya habría cogido las maletas. Y luego a nivel profesional, la gente te valora. Ese respeto que te demuestran es muy fuerte, hacen que te sientas importante. A mí me han llegado a decir que soy un regalo por estar allí. 

–Eso que dice último tiene que ser muy bonito...

–Hombre, eso te da mucha alegría, igual que me da que sigan mi línea de cante y hagan las cosas mías. Todo lo que me falta en mi tierra, me lo dan allí, noto que me quieren, me valoran y me respetan. De todas formas, tampoco presto mucha atención a lo que pasa en mi tierra, porque viendo lo que hay, no lo echo de menos para nada. 

–Una vez me contaron que los buenos aficionados se saben la vida de los artistas como si fueran ídolos, ¿sigue siendo así?

–Hombre hay mucha afición y te conocen bien, pero tampoco es que sean todos. Además, como en todos lados a veces aparecen los los granujillas que hay en todos los sitios que me graban sin que me dé cuenta y luego hacen mis cosas (risas). Como estoy dando clases, te ponen el aparatito y luego, los ves que hacen hasta mis letras. Son así (risas).

–Después de ocho años en Japón, ¿qué ha cambiado?

–Sobre todo que ellos empiezan a ver las cosas como un negocio. Ya no estamos en los años 60 cuando ibas cantando dos sevillanas y ganabas dinero. Allí entienden de verdad. Es cierto que no todos, como pasa en todos sitios, pero sí un buen número. Llevan varios años intentando hacer un flamenco propio, y poco a poco están creando su mundillo. Yo creo que llegará el día en el que ellos sean los claros protagonistas, y la presencia de artistas de fuera será algo excepcional.  

–¿Qué dicen los japoneses que vienen a Jerez?

–Pues mira, lo primero que te dicen es que Jerez ya no es lo que era, algo en lo que estoy de acuerdo. Y me fío mucho de su opinión porque son japoneses que llevan muchos años viniendo a Jerez y nos conocen bien. El otro día me dijo una que la Fiesta de la Bulería no le había gustado, que se parecía demasiado al Festival. 

–¿Le veremos pronto cantando en Jerez?

–No lo creo, al menos por ahora. Es una pena que cualquier cantaor, para trabajar en un festival de gran formato o incluso algo menores, tengas que presentar un proyecto con una idea rara en la que tú mismo no crees. Señores, yo soy cantaor, y lo único que sé hacer es cantar, entonces ¿por qué voy a tener que inventarme un rollo y hacer un espectáculo? Mientras la situación siga así ni yo ni otros muchos como yo, tenemos difícil. 

–(....)

–Yo recuerdo que antes íbamos a la Fiesta de la Bulería unos cuantos cantaores y cada uno tenía su sitio. Ahora parece que el cante ha perdido protagonismo y que está a expensas del baile, cuando eso no ha ocurrido nunca en Jerez. Ahora tus ideales no sirven, todo va a expensas de lo que te digan o en función del tema económico, y es una pena, pero ya no sólo aquí, sino en todos sitios.

–Le veo demasiado negativo...

–Bueno, es la realidad, aunque interiormente sí me gustaría tener un sitio, la verdad, o bien en alguna peña o en alguna actuación. No pierdo la esperanza, pero lo veo difícil. A mí me gustaría volverme a Jerez, pero a veces te paras a pensar y dices, ¿y dónde trabajo? El tiempo dirá. 

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