Becas Gilead de Investigación

Una nueva era para afrontar el diagnóstico del hígado graso

  • El investigador Javier Ampuero recibe una de las becas Gilead 2019 por sus trabajos sobre el abordaje adecuado de la esteatosis hepática

Javier Ampuerto es especialista en la Unidad de Gestión Clínica de Aparato Digestivo del Hospital Virgen del Rocío en Sevilla e investigador.

Javier Ampuerto es especialista en la Unidad de Gestión Clínica de Aparato Digestivo del Hospital Virgen del Rocío en Sevilla e investigador. / Archivo

La enfermedad por hígado grao que no está relacionada con el alcohol puede ser esteatosis simple, grasa aislada que en principio no tiene mal pronóstico, o esteatosis hepática, donde existe inflamación y fibrosis progresiva que puede conducir a cirrosis y otros problemas. La línea de investigación desarrollada por el hepatólogo e investigador Javier Ampuero para mejorar a través de un algoritmo matemático el cribado de las personas con hígado graso que han de someterse a una biopsia, le ha servido para alzarse con unas de las becas Gilead de investigación.

Recientemente la compañía ha anunciado los beneficiarios de la VII edición de sus Becas Gilead a la Investigación Biomédica en la que se han reconocido a 18 proyectos de investigación de siete comunidades autónomas españolas en las áreas de VIH, enfermedades hepáticas y hemato–oncología. Uno de estos proyectos se lleva a cabo desde la Fundación Pública Andaluza para la Gestión de la Investigación en Salud de Sevilla (Fisevi).

La esteatosis hepática es un depósito de grasa en el hígado a consecuencia de trastornos o enfermedades metabólicas; generalmente la obesidad, diabetes, la hipertensión y los trastornos relacionados con el colesterol. Según explica Javier Ampuero “por el estilo de vida que tenemos estas enfermedades son cada vez más prevalentes, conocemos su afectación al hígado, pero hasta ahora no hemos puesto suficiente atención”. La ausencia de síntomas hace que no haya tenido visibilidad, pero en estos estos últimos años los expertos detectan que las enfermedades relacionadas con hígado graso son más frecuentes y el daño hepático está más presente. “De hecho, actualmente está entre la segunda y a tercera causa de cirrosis hepática y trasplante en el mundo occidental”, apunta el hepatólogo.

Un 10% de las personas que van a tener grasa en el hígado pueden tener problemas de evolución a cirrosis. La prueba más certera es la biopsia hepática. “Eso nos dirá si el paciente tiene o no daño, es decir, si hay fibrosis, y cuánto grado de fibrosis tienen los pacientes. La mayoría tendrá muy poco, pero unos pocos tendrán un gran daño y son los que deben ser derivados a las consultas de hepatología”, explica el experto. De este modo, en una primera fase de su proyecto de investigación desarrollaron una fórmula matemática patentada: Hepamet Fibrosis Score. Mediante determinadas variables relativamente sencillas y variables analíticas, se establece un valor predictivo de cuál sería el resultado obtenido si se practicase la biopsia. Esto ayuda a cribar y saber a qué personas hay que aplicares una biopsia. Esta calculadora de fibrosis hepática en pacientes con sospecha de enfermedad hepática metabólica grasa ya ha demostrado su utilidad. Inicialmente, supone una detección de fibrosis en el 13% de los casos, demostrando una buena relación entre el coste y el beneficio diagnóstico frente a los otros métodos.

Desde que patentaran su sistema se han realizado en Sevilla más de 1.500 valoraciones y derivaciones. El objetivo ahora es seguir trabajando para poder mejorar el manejo de estos pacientes en reacción con los distintos servicios asistenciales. “Tratamos ahora de establecer un procedimiento lo más personalizado posible ya que el hígado graso no alcohólico se puede manifestar muchos perfiles de pacientes”, indica el investigador. Así, se puede apreciar el riesgo de cirrosis en pacientes con problemas metabólicos o en pacientes con patologías reumatológicas como lupus o psoriasis. Cada uno puede requerir distintas aproximaciones a la hora de evaluar riesgos o proponer pruebas diagnósticas. “La idea es que llegue a la biopsia el menor número posible de pacientes”, subraya Ampuero.

Según indica el investigador, “esto también nos inspira a hacer medicina más personalizada para evaluar si el origen de los pacientes requiere abordaje distinto”. Así, “un paciente con diabetes puede necesitar dos pruebas para determinar el riesgo de cirrosis y otro necesita tres. Se trata de realizar el diagnóstico personalizado para cada tipo de enfermedad relacionada con la cirrosis”.

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