Cofradías

Angustias y Dolor conformaron el gran clásico de todos los Viernes de Dolores

  • Las dos Dolorosas jerezanas estuvieron expuestas en solemne besamanos durante toda la jornada de ayer

Las cofradías se reencuentran siempre en sus propias tradiciones. Es un reflejo que se repite año tras año y que permite que las instituciones se reafirmen a sí mismas. Tradiciones que se plasman con la salida de la hermandad de la Borriquita por la zona de San Marcos cuando el sol aún combate con fuerza y tradición en los exornos florales que siempre están apuntados en el calendario de los cofrades en la jornada anterior a la estación de penitencia, hasta altas horas de la noche.

Una de las tradiciones que se casi se pierden en la noche de los tiempos es la que se cumplió este Viernes de Dolores. Dos Dolorosas de gran calado devocional, de gran hechura y de enclavadas en la historia misma de la ciudad. De un lado en el antiguo humilladero que servía a los que salían de la ciudad para dirigir una última súplica y encomendarse a la Santísima Virgen, y una imagen irrepetible e inigualable como la que abre los brazos por estar atravesada de dolor.

Por la zona de las Angustias la Santísima Virgen lucía en el centro del altar mayor de la capilla. A un lado el altar de insignias que marca la pronta salida en la jornada del Domingo de Ramos. Por otro lado un exquisito exorno floral para acompañar a la Madre de Dios que abriga con sus brazos al Hijo ya muerto.

Durante toda la jornada hubo muchos devotos que se acercaron hasta la capilla a postrarse ante la Virgen. Muchos cofrades también de las Angustias que, desde la medianoche del Viernes ya soñaban con túnicas de cola negras en el Vía Crucis que celebraron alrededor de la plaza.

San Dionisio

Por otro lado, en la iglesia parroquial de San Dionisio, Nuestra Señora del Mayor Dolor también estaba a la espera de los cientos de devotos que se acercaron para besar su bendita mano. Cubría a la Señora un magnífico manto isabelino del siglo XVIII. Por su parte, la saya que lucía la Santísima Virgen no se quedaba atrás. Otra joya de bordados que lucieron maravillosamente tras la restauración a la que ha sido sometida por parte de los talleres de Jesús Rosado.

El rostrillo que lucía la imagen era de encaje de Bruselas. Muy bien colocado. El exorno floral unas maravillosas calas muy bien puestas y dispuestas alrededor de su maravillosa figura. Al fondo, el Señor del Ecce-Homo observaba a la Madre en silencio. He aquí al hombre que ajusticiarán por los pecados del mundo.

Capítulo aparte merece las distintas visitas de los colegios concertados de algunos colegios de Jerez que llevaron a cientos de niños a estos dos besamanos. Por un lado el colegio del Perpetuo Socorro con sus religiosas atentas siempre a los pequeños y el colegio de Madre de Dios, Las Esclavas y otros más con presencia en el centro de la ciudad.

En definitiva una jornada para el recuerdo en el que lució el sol y que será el gran preámbulo para una Semana Santa que ya los cofrades y la ciudad tienen a la vuelta de la esquina.

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