Semana Santa 2019

El Desconsuelo, dueña de San Mateo

  • Las saetas acompañan a la hermandad en todo su recorrido

Imágenes del Martes Santo

Imágenes del Martes Santo / Pascual

Los Judíos se hicieron ayer con su barrio. Rebosante estaba la plaza de San Mateo tanto de devotos como de emoción. Era fervor puro. No faltaron las saetas que acostumbramos a escuchar y que son tanto a la salida como en la mayor parte de su recorrido definición por antonomasia de la cofradía del Martes Santo. Es uno de los momentos mágicos que se viven en esta corporación nada más encarar el Señor el dintel de la puerta de su templo.

Radiante más aún con el sol, pasadas las cinco y media de la tarde, la primera revirá a los sones de La Sentencia que dejó claro un sentimiento. Los cuarenta costaleros que, a molía, estaban bajo las trabajaderas del Señor y el martilllo de Alejandro Soto esperaban aquel momento con ansia. Comenzaba a relucir el dorado del paso y su exorno floral en tonos morados y rojizos, dejando más brillo aún en torno al conjunto escultórico en el que los judíos preparan el tormento al que sería sometido Jesús. Se entonaban entonces las primeras saetas del Martes en el barrio.

Fueron dos voces de enjundia, de un lado Joaquín ‘El Zambo’, con esa personalísima manera de cantar, y de otro Macarena de Jerez, un clásico cada año, que en esta ocasión, convaleciente aún de una reciente operación, sacó fuerzas de dentro para obsequiar al público que llenaba la plaza con una saeta extraordinaria.

La de San Mateo es una de las cofradías con mayor número de hermanos de nuestra Semana Santa y de nazarenos que procesionan. Casi seiscientos vistieron ayer la túnica y capa negras con fajín y antifaz rojo que aumentaron a cincuenta minutos el tiempo de paso de la hermandad sacramental.

Fue destacable el andar al entrar en la calle Merced, pero realmente lo icónico fue el paso del cortejo por San Lucas cuando las saetas no cesaron. Y es que Los Judíos sin ese cante flamenco no serían Los Judíos.

La selección de marchas de Maestro Dueñas fue comparable a la majestuosidad que mostró Eduardo Torné con María Santísima del Desconsuelo. Muy positiva ha sido la elección de la banda de la localidad de El Puerto que consiguió acoplarse con esmero al andar del palio. Una Virgen de extrema belleza que iba a la perfección resguardada entre claveles blancos y luciendo unos faldones que, en su día, fueron convertidos por las Hermanas Carmelitas y que datan originariamente del siglo XVIII.

Se vivieron momentos llenos de emoción en el recorrido de vuelta en el pequeño homenaje que se le hizo en el Casino Lebrero a las dos camareras de ambos pasos de la cofradía que llevan años entregadas a los titulares de la corporación. Y el cambio en su recorrido situó a la cofradía frente a la sede de las Hermanitas de la Cruz.De vuelta a su barrio por calles tradicionales, encaraba la hermandad la plaza del Mercado. Antes, en San Lucas, los ganadores del Concurso de la Buena Gente, Tomás Rubichi y Niño de la Fragua, esperaban para rezar cantando.

Pasada ya la una de la madrugada, y bien entrados en el Miércoles Santo, se cerraron las puertas del templo y el barrio comenzó a soñar ya con el Rey de San Mateo, no sin antes escuchar un nuevo cante dedicado al Señor.o

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