El Resucitado puso el epílogo a una Semana Santa completa
Domingo de Resurrección
La hermandad estrenó ayer la túnica de los nazarenos y salió por primera vez la Virgen de la Luz.
La Hermandad de la Sagrada Resurrección puso ayer el epílogo a una Semana Santa que ha sido completa con su salida procesional. La mañana fue calurosa y con algunas nubes en el cielo nada amenazadoras donde imperaba el celeste, lo que dio la tranquilidad necesaria a los cofrades de la Catedral para sacar la hermandad a la calle después de que el día antes, el Sábado Santo, las gotas que cayeron por la tarde les hiciera presagiar un domingo de tiempo inestable que dejara otra vez a la cofradía en casa como en 2014.
Las novedades, que no pudieron verse el pasado año, fueron las previstas: la túnica nazarena de los hermanos y la primera salida en la procesión de la Virgen de la Luz. El ambiente en torno a la cofradía fue creciendo conforme se acercó el mediodía, sobre todo en su tramo final, especialmente en calles Larga, Consistorio, plaza Asunción y muy especialmente en los aledaños del primer templo diocesano.
El cortejo, más bien reducido, estuvo integrado, en el del Cristo, por nazarenos de la cofradía, una decena de representaciones de hermandades con estandarte y varas, siendo la del Perdón la única que lo hizo con nazarenos vistiendo la túnica de la hermandad. También hubo representación municipal y de la Unión de Hermandades. En el segundo tramo se alinearon hermanas de la corporación tocadas con mantillas blancas, una presencia clásica en esta procesión, junto a alguna presidencia de nazarenos del Resucitado, imagen que este año fue en el paso de la Virgen del Rosario del colegio del Beaterio y adornado con claveles blancos. Detrás, la Virgen de la Luz fue en el paso de la Virgen de Fátima. Para las bandas que acompañaron a las imágenes titulares fue también el epílogo de la Semana Santa, cumpliendo con calidad y generosidad. La Agrupación Musical San Juan tocó a Cristo Resucitado y la banda de música del Nazareno de Rota lo hizo a la Virgen, una imagen que vistió una manto bordado en sus vistas y una saya también bordada.
El momento culminante fue la subida a la Catedral por el reducto desde el Arroyo. Ambos pasos lo hicieron de una chicotá, acompasada con las marchas que interpretaron las formaciones musicales. Fueron los minutos finales y a la vez de mayor concurrencia en torno a la cofradía con los accesos al primer templo llenos de público. Con el himno nacional se recogieron los dos pasos y, para sorpresa y enfado de los muchos que quisieron entrar en la Catedral, se encontraron que rápidamente se cerraron las puertas, casi en sus narices, pese a que a continuación de iniciaba la misa de pontifical de la Resurrección, un público que en su mayoría deseaba acceder al templo para asistir a la eucaristía. Así, tuvieron que dirigirse a la puerta de la calle Visitación y aguantar una tremenda bulla entre los que salían y los que querían entrar. Un episodio más de los sin sentidos que son habituales en la Catedral.
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