El Prendimiento

Siempre eterno Señor de Santiago

  • La hermandad volvió a combinar el compás de su gente y el saber estar cofrade

Decir Prendimiento es mucho en Jerez. Es la hermandad que concita mayor expectación en el Miércoles Santo cuyo eco traspasa las fronteras locales y llama a las multitudes propias y ajenas para configurar una cofradía con un sello suyo y exclusivo, el que le da la flamenquería de Santiago. Un estereotipo que es más que eso. Es una percepción real y tangible entre el gentío que se arremolina alrededor del paso donde manda el rostro sereno e imponente de Jesús del Prendimiento cuyo verde dosel del olivo, que ampara a Chupaceite y Candileja, nos regala una instantánea inequívocamente jerezana. El olivo del Prendimiento que ayer volvió a ser enorme pero con la prudencia suficiente para que su tamaño no provocara lo de 2009 con la rotura de la trabajadera trasera. El Prendimiento es también devoción vestida de túnicas rojas y blancas, centenares de nazarenos que pusieron de manifiesto el resurgir de esta hermandad que se observa desde hace años con dirigentes que han orientado el sentido de la cofradía por dentro y por fuera. No hacen falta más reclamos que la hermandad en sí misma para que los alrededores de la antigua capilla del asilo, actual sede de la hermandad, se abarrotaran de un público donde manda el compás gitano más sincero y devoto. Fue una maravillosa salida procesional que puso los vellos de punta gracias a ese no sé qué que tiene el Prendimiento que pega tirones de los sentimientos, que encandila con la belleza perfecta del Desamparo y su maravilloso paso de palio, una perfección de buen gusto; un cortejo ordenado que sabe estar en su sitio de principio a fin, pese al largo recorrido de la hermandad; de unos pasos que andan como tienen que caminar por las calles de Jerez con Martín Gómez llevando la batuta de cómo tiene que ser el compás costalero del Señor, y del bueno de Ildefonso que no dejó pasar la oportunidad de dulcificar el caminar del Desamparo y su joya de palio. Y la música; más que la música el sonido 'jondo' que es inherente al Prendimiento y a su gente. Saetas y olés rotundos con ecos gitanos que saben al Jerez más auténtico.

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