"Lo tengo claro: sin Dios ni un paso"
Entrevista · Martín Gómez Moreno
En plena lucha entre los defensores del costal y los de la molía, el conocido capataz señala que "no podemos centrarnos en las herramientas para perder la esencia"
TAN solo con decir su nombre sobra cualquier presentación. Es Martín Gómez Moreno y es el hombre que maneja más martillos durante la Semana Santa de Jerez.
-Vaya trayectoria, 33 Semanas Santas se cumplen...
-Llena de vivencias. Lo primero fue cumplir el sueño en aquel año 84 de ponerme delante de un paso, algo que creía absolutamente imposible. Sin embargo, Dios quiso que viera cumplido este sueño. Porque yo tengo muy claro que, en este mundo de las cofradías, sin Dios ni un paso. En ningún sentido: ni podemos llevar un paso en el que no esté Dios, ni en la vida podemos pegar un paso sin él. Le dio sentido a la ilusión de mi vida, que era ser capataz. Un camino lleno de momentos difíciles que me han hecho tener una pasión descomunal por este mundo y entregar más de media vida a las cofradías y a la gente de abajo, que es mi pasión.
- Precisamente de Dios habló José Vegazo, pregonero este año y ayudante suyo. Será más complicado esta vez sin su presencia en ocasiones...
-Ha sido (hace hincapié) más complicada. Pepe, independientemente de que es mi compadre, tenía una responsabilidad muy importante y se ha visto más complicada su asistencia a ensayos y demás. Pero tengo que agradecerle el esfuerzo que ha hecho para intentar no faltar a ninguna de nuestras citas. Y es verdad, Vegazo hizo mención al lema 'Sin Dios ni un paso'. Es algo que en nuestras cuadrillas está muy presente. Sin Dios y su bendita madre no podemos avanzar. Uno saca siete cofradías y pueden pensar que es un mercenario, una máquina (en el sentido de no tener sentimientos)... Y es todo lo contrario. Por eso el lema tiene que estar presente. ¿Qué te mueve? Para empezar, Jesús y su bendita madre. A partir de ahí, esto tengo que transmitírselo al costalero, porque la única recompensa que tienen es la satisfacción personal. No solo de haber sido costalero, sino también de haber entregado tu trabajo a la gente que está en la acera viéndolo. Y tú estás seguro de que tu trabajo tiene que influir en mucha gente para acercarlo a la Iglesia, Cristo y María. Me siento absolutamente orgulloso de todas y cada una de mis cuadrillas. La disciplina va unida a la pasión. Si no tienes un compromiso, no lo haría, dejarías de ser disciplinado.
-Otra vez la pasión...
-Parece que le damos vueltas a lo mismo, pero es que esto se tiene que centrar en la pasión. Si no es así cargamos también con la carroza de la cabalgata, pero perdemos la esencia. El costalero nació para llevar a Cristo y a María.
-Hablando de costaleros, ¿incluirías el costal dentro de tus cuadrillas?
-Yo respeto el costal profundamente, porque lo he trabajado, pero también respeto mis tradiciones. Habrá quien diga que Jerez comenzó con costal, pero aquí estamos con la molía. Partimos de la base de que para llegar a Dios cualquier camino es bueno. A mí con la molía me ha ido fenomenalmente. Yo creo que el secreto está en el trabajo previo (igualás, análisis de las herramientas, intentar mejorar en todos los sentidos...). Al final son herramientas totalmente compatibles mientras respetemos el oficio. Por encima de todo está el costalero. A veces nos perdemos en la herramienta, más que en la esencia.
-La polémica está servida realmente por culpa de la moda...
-Antonio Moure dice que con un costal también se puede ver. La evolución de la costalería nos lleva a la moda. Esto es bueno si sabemos utilizarlo. Es como decir: ¿internet es bueno? Si lo sabemos utilizar sí. Deja de ser bueno cuando nos perdemos en estas cosas. Cuando la esencia no es lo que llevas, sino que el costal es de doble trama, que si mi molía lleva lunares... En eso no nos podemos perder. El costalero que utiliza el costal como imagen debería estar exterminado. Porque nosotros, a parte de ser costaleros debajo de los pasos, debemos ser costaleros fuera, cuando salimos de los relevos. Tienes que dar una imagen de alguien que está llevando nuestra verdad al público. No podemos perdernos en la estética. Yo al que haya trabajado el costal y crea en el costal igual que yo creo en la molía, lo respeto profundamente, pero si no nos salimos de esto. Si llevar el costal no conlleva tirar la molía, vamos bien. Si no, le estamos haciendo un flaco favor a las cofradías y al mundo de abajo. Si la gente tiene claro esto da igual, el costal está bien metido en Jerez, ¿por qué no?.
-(...)
-Que convivan con el respeto que merecen. Lo comparo con la tauromaquia: este mundo es una lidia y el costalero es arte. En el mundo del toreo hay muchísimo respeto entre los toreros, los subalternos, entre los ganaderos. En este mundo lo primero que se enseña es la educación y esto es lo que debe haber en el mundo de los costaleros.
-¿Y usted tiene la misma pasión por cada uno de sus pasos?
-Yo tengo una relación íntima con cada uno de mis pasos, pero tengo que reconocer que La Cena es mi cofradía, la que me lo ha dado todo como capataz. Luego, La Soledad es -y esto en mayúsculas- el amor de mi vida. La Soledad es (silencio...) el todo, lo que le da el sentido a mi trabajo. La recompensa final a toda una semana de trabajo es encontrarme con La Soledad. Es llenarme de la Virgen, darme cuenta que he estado vivo y no importarme morir. Si te fijas tengo dos grandes pasiones, que son La Cena y La Soledad. Pero yo no puedo dejar de la mano a La Encarnación, a la que me llevan ciertos vínculos personales y una cuadrilla que me enseñó a querer a la virgen. Yo fui con cariño y hoy la quiero. No puedo olvidar que me pongo delante del Cristo de la Defensión, con lo que esto significa. Yo no me puedo olvidar que sacamos La Sagrada Lanzada, que tiene un sentido que jamás llegué a pensar. Sacar a La Sagrada Mortaja es nacer con la cofradía. Siempre vas de la mano de alguien. Con La Borriquita, mis hijos estudian en La Salle y no hay mejor cartel a la vida que una fotografía de Cristo Rey saliendo de la escuela San José con tantísimos niños. Poder vivir eso, esa experiencia... Es que uno no sabe hasta qué punto te terminas uniendo a una cofradía. Tienes tantos lazos íntimos que luego desligarlo es muy difícil. Por lo tanto, La Cena y La Soledad son mis dos cofradías, pero no puedo darle la espalda a ninguna porque me hacen sentirme feliz siendo su capataz.
-El martillo que más le costaría dejar es...
-La repuesta es no dejar ningún martillo, sino saber cuando me tengo que ir. Y yo le pido a Dios que me enseñe el camino. Ese sería el martillo que no me gustaría dejar: el de ver cuando tengo que salir. No quisiera perder eso. Y quisiera irme muerto, delante de La Soledad. Sería la muerte más feliz que podría tener.
-¿Le queda algún martillo por coger aún?
-No, yo no tengo que coger ningún otro martillo. Lo que la vida me ha puesto lo he sacado con ilusión. Jamás pensé que sacaría a El Prendimiento y lo saqué. Luego, El Prendimiento quiso que yo me fuera, porque por encima nuestra están Jesús y María y los designios de la vida los maneja el Señor. Si no yo no estaría en esto. Y sé que me quitó porque me venía bien. A ver sacado a La Vera Cruz significó una evolución en mi carrera que agradezco muchísimo a la cofradía y dejarla fue una de las decisiones más difíciles de mi vida. Me unían amigos, sentimientos, devoción... Pero a veces tenemos que tomar decisiones dolorosas. Me quedan por sacar los que quiera el señor. Por tanto, ¿qué me queda como capataz? Ese martillo imaginario que me diga: "Martín, a esta es".
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