Procesión de la Merced | Jerez 2021

Esa luz que nunca cesa llamada Merced

  • Multitudinaria procesión de la Patrona tras un año sin salir tras la llegada de la pandemia

  • Rico Pavés presidió la pontifical de la mañana y presidió su primera procesión como obispo

Momento de la salida de la Virgen de la Merced tras un año sin salir a las calles.

Momento de la salida de la Virgen de la Merced tras un año sin salir a las calles. / Manuel Aranda (Jerez)

Desde primera hora de la mañana de ayer se podía advertir cierto movimiento en la calle Merced. Desde las celebraciones eucarísticas que se estaban llevando a cabo en la basílica de Nuestra Señora de la Merced, hasta el lógico jolgorio de los jóvenes cofrades que se afanaban en poner una alfombra que hiciera más solemne el paso de la Patrona de la ciudad cuando cayera la tarde. Era día de celebración en la ciudad en general y en la comunidad mercedaria en particular. Día 24 de septiembre, festividad de la Señora de la Merced.

A pesar de tener un cierto color ceniciento el cielo jerezano, la procesión se iba a llevar a cabo según marcaban las previsiones meteorológicas. La agenda continuaba su avance inexorable hasta el momento culmen de ver a la Madre en las calles de la ciudad. Sobre las diez y media, la alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez, cumplía con la noble tradición de poner los favores necesarios ante los pies de la Santísima Virgen. Sánchez le pidió a la Patrona llegar a la normalidad total tras la grave pandemia vivida pidiendo a la Señora que ayude “a todas aquellas personas que han perdido empleos o negocios, para que pronto vuelvan a tomar el impulso”. Y pidió para que “siga inspirándonos a los gobernantes para que encontremos las soluciones justas y acertadas a esos problemas de lo cotidiano de nuestra gente”.

Pontifical

A las once de la mañana, la pontifical se abría paso en la basílica bajo la presidencia de monseñor José Rico Pavés, obispo de la Diócesis de Asidonia-Jerez, que estuvo acompañado por los jóvenes seminaristas, algunos canónigos del Cabildo Catedral y la presencia de la alcaldesa, la diputada nacional, María José García Pelayo, miembros de la Corporación Municipal, algunos hermanos mayores así como devotos en general. Rico Pavés sembró un ramillete de elocuentes reflexiones en su homilía. “Hoy es una nueva oportunidad de renovar el voto de centrar nuestra vida en el Señor”, manifestaba el prelado. Y añadió que era el día para “pedir al Señor por medio de su Madre que nos renueve también una fe sólida y vigorosa mediante una vida que se justifique con la mirada de Jesús”. Describió una triple dimensión en la vida del cristiano en este importante día de la Patrona. “Si en el presente debemos de pedir a la Virgen por ese vigor que aumente el fuego del fervor, hay que hacer un repaso del pasado para observar dónde y cómo hemos podido dejar a un lado esa mirada de Jesús”. Y apostilló que “de nada sirve mirar al pasado si no hay una dimensión de futuro”. Por tanto, hizo un llamamiento a un “compromiso hacia el futuro con la confianza de quien se siente acompañado por el manto protector de María”.

Procesión

A las seis y media de la tarde se cumplían los deseos de muchos cofrades al ver cómo aparecían los primeros tramos de la procesión que culminaría toda una jornada dedicada a la Patrona de la ciudad. El sol salió definitivamente para alfombrar con su luz ocre el paso de la Santísima Virgen. “Qué buena tarde hace”, confesaba la alcaldesa de la ciudad cuando avanzaba el cortejo por la calle Merced a la altura donde iba la representación del Consistorio Municipal bajo mazas. Representación de socialistas, populares y dos ediles de Ciudadanos. 

Por parte de las hermandades, con sus representaciones corporativas que iban distribuidas por días de salida. Al final, las sacramentales, las hermandades con vírgenes coronadas canónicamente y las que mantienen carta de hermanamiento con la comunidad mercedaria junto a la representación del consejo local de la Unión de Hermandades y el delegado diocesano de Hermandades y Cofradías, Joaquín Perea. Antecediendo al paso de la Señora, un nutrido cuerpo de acólitos con ciriales y turiferarios y la comunidad mercedaria en pleno con sus hábitos blancos. Finalmente, algunos canónigos del Cabildo Catedral y monseñor José Rico Pavés con la ropa coral que quedaba ensimismado ante el paso de la Señora. Martín Gómez y su equipo comandaban el andar de las andas que este año se presentaba sobre ruedas. Rememoraba aquellos años en los que la Santísima Virgen salía sin costaleros y el megáfono para los rezos que manejaba el recordado padre Padrón. A esos hombres de abajo habrá que decirles que por mor de las fechas no ha podido ser. Y que habrá que apretar los dientes para esperar un año con la ilusión de portar la Patrona sobre sus hombros.

Muchos devotos y fieles por las calles. Se diría que la procesión fue multitudinaria. Todo un éxito. El itinerario, algo más corto que el de todos los años, resultó también ser un acierto. Plazas y calles abiertas que configuran un itinerario que bien podría convertirse en clásico. Igual habría que plantearse este tipo de recorrido mucho más corto pero más intenso y asegurarse más afluencia en la recogida. Los padres mercedarios tendrán que planteárselo si así lo ven conveniente.

Antes de la recogida, Juan Pedro Vega dirigió su fervorín a la Virgen de la Merced. Fue una pieza cargada de devoción. Se notaba que el cofrade jerezano no hablaba de oídas y que es gran devoto de la Santísima Virgen. Puso toda su entrega y su fervor en esta intervención que fue como un piropo final antes de la recogida. Tanto la alcaldesa como el obispo llegaron hasta el final de la procesión y fue Rico Pavés quien distribuyó la bendición final dentro de la basílica. Y la Virgen… belleza serena que parecía devolver a la ciudad la luz que faltaba y la alegría del reencuentro tras un año sin poder salir a las calles. Qué bien le sentaba sea mantilla sobre el manto de Carrasquilla. Era la Virgen de la Merced; esa imagen enigmática de María cargada de esencia, de belleza serena, de historia, de fervor y de tradición. Todo se concentra en su bello rostro y en esa mirada donde todo Jerez se puede sentir arropado. Ella eclipsó la tarde y la hizo luz imperecedera. La caída de la tarde sesgó la refulgencia del astro rey. Pero no impidió que la luminaria del fervor mariano ante la hermosura de la Madre pudiera aplacarse ni tan solo un instante. Ojalá que este resplandor acompañe a los jerezanos durante el resto del año.

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