Diario de Pasión

Un pregón plagado de recuerdos

  • Cerca de hora y media estuvo Manuel Garrido Arcas en el atril del Villamarta, tiempo que usó para pronunciar un pregón de corte clásico en el que recordó a muchos ausentes y citó a todas las cofradías

Manuel Garrido Arcas ofreció durante cerca de 80 minutos un pregón de Semana Santa en el que el recuerdo a los cofrades ausentes, sus vivencias y su visión de la Pasión se mezcló con reflexiones muy enlazadas con la actualidad. Fue un pregón eminentemente poético, como ya anticipó, en el que entraron todas las hermandades junto al protagonismo que tuvieron las agrupaciones parroquiales y asociaciones que aspiran algún día a ser hermandad. También fue implícito el reconocimiento de cómo ese movimiento cofrade, que en muchos casos nació para los Viernes de Dolores, han fructificado en lo que hoy son las cofradías de más reciente creación. Pero fue sobre todo el pregón que sirvió para traer al Villamarta a Jesús Fernández de la Puebla, a Manolito Mesa, a Manolo Mateos, a Pepillo, a Pepe Ruiz de Velasco y a otros cuya vida cofrade quiso poner como ejemplo el pregonero.

Manuel Garrido puso temple al decir su obra, evidentemente ayudado por su portentosa voz aunque le faltó algo más de pasión en determinados momentos. En cualquier caso, el pregón estuvo bien dicho y con momentos de gran emoción para su autor como en el instante que habló de su Amargura o al final con la Resurrección. Tampoco faltaron en su prosa y versos aquellos nombres que le acompañan en su nueva aventura cofrade, especialmente a los padres Capuchinos en cuya iglesia reside la asociación de La Mortaja.

La mañana amaneció despejada y muy fresca con el inconveniente añadido del cambio de hora. En las puertas del Villamarta se agolpaba el público desde media hora antes para acceder a su localidad, un patio de butacas y anfiteatro que presentaba a esa hora temprana demasiados huecos para una cita fundamental como esta, localidades que fueron cubriéndose conforme avanzaba el pregón. Restar una hora al día es algo que a muchos aún se les pasa por alto.

La banda estaba dispuesta y entonó la primera marcha, Defensión de Abel Moreno -otro gesto a los Capuchinos y a su hermandad vecina- que dio paso a que levantara el telón dejando ver una presidencia con la ausencia de Del Río y, obviamente, de Mazuelos que aún no es obispo, algo que no comprendían quienes esperaron ver al futuro nuevo prelado en su primer acto cofrade.

La representación eclesiástica la asumió el cura de la Unión de Hermandades, Juan Jacinto del Castillo, mientras que la civil la ostentó la alcaldesa, Pilar Sánchez. Presidente y vicepresidente del Consejo junto al pregonero y presentador completaron las sillas frontales. En un lateral estuvo el consejo directivo y como decoración, la cruz de guía de La Amargura y el repostero con el escudo del organismo de representación cofrade. Este año Juan Mateos eligió flores blancas para adornar el escenario.

Jesús Flagelado fue la marcha que sonó para invitar a Francisco Garrido Arcas a ocupar el atril para presentar a "un cofrade importante", como calificó a su hermano Manuel. Glosó las vísperas de la Semana Santa y confesó que ver al pregonero "como primer cofrade me llena de alegría", incluyendo en su introducción recuerdos de la niñez de ambos.

Francisco dijo de su hermano que en los Descalzos ha sido monaguillo, miembro de junta y hermano mayor, pero "no ha sido asiduo en los atriles cofrades" y le anticipó que "sentirás el aliento de quien te precedió en el pregón, el padre Jesús". Desde ese momento, empezó a oírse el final del pregón del pasado año del mercedario que fue cantado por el bueno de Fernández de la Puebla. Para no pocos, las lágrimas estaban más que justificadas ante la evidencia de traer al presente lo que se vivió hacía poco más de un año en el mismo lugar, el testamento cantado de Jesús que sonó con fuerza al igual que los primeros versos de Garrido que fueron los que abrieron su pregón.

De esta forma tan original, - enhorabuena pregonero- se cumplió con el obligado recuerdo a quien nos dejó como legado un pregón, el de la Semana Santa de 2008. Como no podía ser de otra manera, el primer aplauso del mediodía fue atronador al finalizar la reposición grabada del canto del mercedario, orden representada por el pregonero y comendador Felipe Ortuno y el sacerdote Ismael Maroto. El pregonero elevó la mirada arriba encomendándose por lo que le quedaba por delante.

El pregón fue eminentemente poético. Su autor ya dijo que los versos le salen mejor que la prosa y así fue hasta pocos después de la una y media de la tarde, un tiempo en el que se sucedió el canto y la reflexión sobre la actualidad cofrade. No fue un pregón 'leñero' como cabía pensar por la forma que tiene de ser Manuel Garrido que en su trayectoria cofrade ha sido muy claro cuando tenía que exponerse, lo que le ha estereotipado de una manera que ayer no fue precisamente esa. Los primeros momentos los aprovechó para apuntalar sus pretensiones en la mañana de ayer: "que nos comprometamos decididamente a una reflexión para examinar nuestros valores y carismas, nuestras debilidades y carencias con la Iglesia, y con los hombres que son nuestros hermanos".

En este público posicionamiento también expuso que "no podemos dudar bajo ningún concepto del afán de nuestra Iglesia diocesana para atraer, amar y cuidar a los que la formamos", aludiendo posteriormente a que en "un tiempo de crisis económica y de Dios en el que azota el paro, la pobreza y la desesperanza, en el que se demanda nuestra mayor solidaridad; un tiempo de abuso hacia la mujer que llega hasta la muerte; de injusticias de tanta justicia; de la monstruosidad infame del aborto que ignora que la vida es un don de Dios".

El pregonero entró de lleno a declamar su obra citando a todas las hermandades y por días de la Semana Santa, antecediendo el Domingo de Ramos al Sábado de Pasión siguiendo con el Lunes, Martes, Miércoles, Jueves, Madrugada y Viernes Santo. Al llegar a la hermandad de los Descalzos, el pregonero dedicó a su Virgen de la Amargura versos como "En que pequeñez me encuentro cuando te miro Amargura, tu grandeza Virgen pura que envuelve mis sentimientos, forma parte del lamento, que marca mi singlaura".

Asimismo hizo un recorrido por los pregoneros de la Amargura citando a Montero Galvache, Gallardo, Zarzana, Cosano, Yélamo, De Mora y terminando con la petición a la Señora de la calle Medina para su inclusión entre ellos "Yo quiero entrar en tu lista, aunque no me corresponde". Durante su pregón, Manuel dio las gracias a la Unión de Hermandades por su nombramiento, así como a don Juan del Río, a quién pidió en nombre de todos los cofrades de la ciudad que nos echara en el olvido. Variado en métrica con décimas o romances, no probó ni un trago de agua en el transcurso de la oratoria dedicando los últimos folios de su pregón a la agrupación que preside, dando aliento a las demás como Pasión, Salvación, Sed, Salud y Entrega, finalizando con el Señor Resucitado.

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