Diario de Pasión

Un primer viernes de marzo aguado

  • Las lluvias acaecidas de la jornada de ayer frenaron a muchos fieles a acercarse a las tres funciones de besamanos y besapiés

Llovía intensamente. Un agua que cae del cielo como un regalo pero que se prefijaba como una amenaza para las tres cofradías que, como manda la tradición cofrade jerezana, exponen a sus benditas imágenes en solemne besamanos. Cofradías añejas, intramuros. Viernes de calles sinuosas, de medinas antiguas, de cal y de forjas en los balcones 'prendios' de belleza costumbrista. Los geranios no desprendían olor por el incesante goteo. Las copiosas precipitaciones fueron el eje y las protagonistas al sustraer esa fuerza que debe imperar ante la devoción.

El Señor Cautivo ocupaba el centro de la capilla de los cofrades del Cristo del Amor. Su Madre Remedios aguardaba hasta la jornada de mañana, cuando Ella descenderá de esa altura de belleza y señorío para brindar sus benditas manos a todo el Jerez cofrade. Cautivo fue el Señor por los pecados del mundo. Y la imagen que tallara Eslava fue protagonista en la jornada de ayer al estar en solemne función de besamanos. "La lluvia está mermando mucho la afluencia de fieles", comentaban desde la capilla del Amor.

Allí aguardaba Nuestro Padre Jesús en sus Tres Caídas. Manantial de devoción en Jerez

Justo frente a la capilla, el histórico templo de San Juan de los Caballeros aguardaba a los devotos que llegaron para besar las benditas plantas del Cristo de la Esperanza de la hermandad de la Veracruz. "Aunque no ha parado entrar y salir personas, pero sí es cierto que la lluvia ha frenado a muchas personas", comentaba Marisa Palomares, hermana mayor de la Veracruz. El besapiés, solemne, sobrio, singular y con aires muy romántico. Se trataba del besapiés de uno de los crucificados más inmensos que tiene Jerez. Una verdadera joya y un privilegio poder acercarse cada primer viernes del marzo y contemplar su hechura y su fuerza.

Y San Lucas. Allí aguardaba Nuestro Padre Jesús de la Salud en sus Tres Caídas. Manantial de devoción, centro de los muchos milagros obrados en la ciudad. Señor de portentosa figura que todo lo puede a pesar de estar caído. El Señor de las entrañas devocionales de toda la ciudad. Tan sólo ver su porte y majestad, toda rodilla se dobla. Cuántos milagros, cuántas oraciones dirigidas ante su hechura, cuántas gracias derramadas a las faldas de esa roca que sirve como núcleo de los tormentos. El, siendo Rey, cae para la redención del mundo. Él, siendo el Hijo de Dios, se entrega al género humano. Así lo entiende Jerez, así lo vive con auténtico fervor. Así sea para siempre este primer viernes de marzo que marca la senda de la Cuaresma enraizada en las más insignes estampas. La de una mujer sencilla que acude a las plantas del Señor a pedir bendiciones para ella y los suyos. Así ha sido siempre y así será. Señor que caes para levantarte del sitio de la muerte y resucitar una vez obrados los santos misterios de tu Pasión y Muerte.

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