De frente

Una visita obligada al Señor Caído

AUNQUE hace mucho que por razones laborales no hago vida de Hermandad, las Tres Caídas es mi cofradía y su Nazareno con las rodillas en la tierra uno de los signos de mi vida. Confieso que lo que me enamoró de esta cofradía con apenas 15 años fue su esencia. Sí, fue así. Más que el impacto tremendo que sus imágenes dejan en el corazón de quien las mira. La quietud, el silencio mayúsculo dentro de San Lucas mientras fuera, en la plaza, el griterío se apoderaba de todo, terminó de embelesarme. Y hasta hoy. Después, conforme me fui acercando pude ir comprobando el maravilloso ritual que rodea a la Virgen de los Dolores y a ese Señor Caído que en su mirada tiene su templo y en las llagas de su pie besado el norte de miles de jerezanos. Hoy es su día. Apenas se superó la medianoche quedó expuesto en ceremonia de besapiés y la plaza hoy será un hervidero de fieles, sobre todo mujeres, que acudirán a sus plantas para pedirle su ayuda. Como hace años cantara una comparsa a un Cristo de Cádiz (que no se me rebele ningún extremista del cirio): “¡Ay que si el trabajo! ¡Ay que si los males! ¡Pero todo me lo saca adelante ese Cristo que tiene en el amor su estandarte! Pues eso. Vayan a verle hoy y dejen su beso. Él se lo recompensará. Seguro. 

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