Llueve sobre mojado
Nada nuevo en la Nochevieja de 2012, con los personajes de 'La que se avecina' como mejores anfitriones.
Antonio Recio pedía que los ociosos tanques del ejército se marcharan para Cataluña. Lo dice, por supuesto, el facha personaje de Jordi Sánchez, un actor admirado en la tierra del señor Mas y que durante años triunfó en TV3. Parece que, por suerte, aún podemos reírnos de estas cosas. Que el Rancio dijera esa barbaridad, insultando en sus caras a los del "botellón de la Puerta del Sol", a punto de las campanadas, mientras en la competencia Paula Vázquez se privó de emular a Sabrina Salerno, confirma que la Nochevieja es en la televisión un paréntesis, un remedo de carnaval y colocón atropellado, en el que nadie parece escuchar al prójimo. Nadie distingue las voces de los ecos entre los petardos. Tardamos un par de generaciones en distinguir los cuartos de las campanadas y pasarán siglos en que se produzca en una televisión española un especial sin sabor a refrito y a caspa.
Señor, llévame pronto. En esta cena echamos de menos a José Mota. Josema Yuste no es lo mismo y con los guiones de Minoría Absoluta es aún menos de la mitad de Martes y Trece. También estaba aquí presente TV3. El humor de La 1 corría a cargo del equipo de Polonia y de Crackovia, los dos espacios de parodia y sátira, con su doctrina subterránea, que son cada semana un acontecimientos para los vecinos catalanes. Pero trasladar ese estilo al resto de España sonaba forzado, con poca chispa. Josema, a lo Punset, y sus companys fabricaron un gris resumen del año en un hotel, con Martina Klein despistada. Y alguien tendrá que reconocerlo: David Fernández-Chikilicuatre rechina demasiado. Y a fuerza de espolvorear la sal gorda, Los Morancos tuvieron mejores golpes entre los langostinos, en un velado (no, qué va, descarado) publirreportaje sobre Granada y Sierra Nevada. Antonia y Omaíta se dejaron recorrer por la vega del Genil en un tour turístico de gritos y chistes previsibles. Pero al lado de Josema los Cadaval parecen los hermanos Marx. Un flato de Qué buen puntito entre esquiadores. Sacaron a Rajoy de caganer en un belén "bebiente", pero seguimos sin tener noticias de Griñán cuando Canal Sur hace bromas. La transición no termina de cerrarse en La Nuestra, en exceso respetuosa sobre quien firma sus transferencias.
En el callejón sin salida en que se convierte la Nochevieja televisiva para los abotargados estómagos La 1 se disfrazó precisamente de Canal Sur, a partir de las once de la noche, con Juan y Medio y Eva González conduciendo un especial que se prolongó hasta más allá de las cinco, para dar paso a Pablo Alborán (esta noche tan vieja fue la del malagueño, sensacional ubicuo como San Martín de Porres), a Rosa López, Sergio Dalma o a David Civera. Canal Sur, sin el de otras menudas noches, tras las voces de Los Morancos se decantó por Manu Sánchez y su sexóloga en una gala típica del Canal Fiesta desde Alcalá de Guadaira. Se agradece que al menos no fuera un cajón de sastre con trozos musicales de años anteriores. Así era el karaoke de Antena 3, que al menos entretenía con sus píldoras. La Sexta condensaba antes de las campanadas la primera temporada de Chicote. Cualquier cosa que destaca en La Sexta es metida en el batidora de la reiteración.
Telecinco había encomendado su noche especial a José Luis Moreno. Y eso es siempre inquietante. El ventrílocuo resucitaba a Macario y el gañán, que recordaba la paliza kosovar de su progenitor, prefería estar fiambre antes que metiéndole alguien la mano por el culo. "Se me calientan los cotiledones", suspiraba el muñeco de nariz sospechosa. Así de contemporánea encaraba Telecinco La noche en Paz, con la gaditana ocultando en esta ocasión el escote que había disparado los comentarios de las redes en Nochebuena. En la ficción del programa era secuestrada junto a Joaquín Prat para que los personajes de La que se avecina fueran los encargados de asomarse a la Puerta del Sol. Y el Rancio, la pija Raquel (Vanesa Romero) y el Cuqui-Amador (Pablo Chiapella) formaron el trío que más barullo formó entre los espontáneos que se refugiaban en los paraguas. Los de Montepinar aparecían en Telecinco pero también en el resto de canales de Mediaset, incluida Cuatro, y en su altavoz, Factoría de Ficción, y dando paso a la Nueve que ha de comenzar hoy sus emisiones.
Guasa y cargas de profundidad trufaron la actuación de estos personajes: unas campanadas que al menos se alejaban de los lugares comunes y deseos repetidos del resto de canales. Se quedaron unos segundos a la espera (los nervios forman parte del peso de la responsabilidad desde los tiempos de Marisa Naranjo), pero solventaron la faena con nota. La 1, fiel a su estilo demasiado convencional, tenía a una Anne Igartiburu de escote comedido y rojo con brillos frente a un Imanol Arias de peinado imposible que le salió respondón. El nevado pelazo del leonés fue trending topic. El mismo papel de fresco que asumía Carlos Sobera en Antena 3, auxiliando a Paula Vázquez, de azul, con su tirante descolgado, resuelto finalmente por una sastra. Fue el principal sobresalto de los directos. En Almonte, el lugar elegido por Canal Sur, con imágenes de la Virgen del Rocío, también llovía y Carolina Martín, de negro con transparencias y contundencias, daba la contenida réplica al directo Modesto Barragán y las frambuesas. El más cortado parecía Chicote, con un huevo frito y con una elegante Sandra Sabatés de verde botella. Compartían balconada con Antena 3, imagen añadida de la nueva fusión. La 2, siempre alternativa, contaba con las imágenes enviadas por los internautas a Juan Carlos Ortega y sus voces. Una buena opción, pero demasiado escondida.
Andalucía exporta presentadores de lentejuelas y cantantes de especiales. El resto de la noche, salvo el magro cine o las repeticiones de Aquí no hay quien o La que se avecina, era música a desgana, incluyendo a Bertín Osborne, y humoristas de la talla de Manolito Royo, redescubierto en La 1. Menudo 2013. Y también pajaritas con tipos como Il Divo o trapecistas mareantes en la morenada de Paz Padilla. Todo sea por rellenar con fuegos artificiales una noche en realidad desangelada por la crisis. Y aún quedaba rellenar la mañana del día 1 con los mismos programas, salvo los compases vieneses y la misa vaticana. Una mañana de resaca, nubes y charcos. Llueve sobre mojado. Y no saben ustedes cómo.
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