Maestranza

Nace un frondoso Pinar a la vera del Guadalquivir

  • El novillero albacetense deja una grata impresión en su debut en la Maestranza, cortando una oreja a su primer oponente y dando una vuelta al ruedo en el otro

No se asusten. Continúan las palmeras junto al Guadalquivir. Pero a partir de hoy hay que sumar un importante Pinar que nació junto al Río Grande, en una Maestranza con una buena entrada en tarde con el mercurio encampado, anunciando que vamos camino del verano. Un Pinar, de nombre Rubén, originario de Albacete, que tiene hambre de gloria y que busca, con la verdad por delante, un hueco en el difícil y apasionante mundo del toreo. Si continúa creciendo será un Pinar que también impresionará en el escalafón superior.

¿Cómo es el frondoso toreo de este Pinar? De tronco recio, pero no basto. Ha afinado su manera de entrar y salir de la cara del toro y de embarcar las embestidas. Tiene además toques de buen gusto. En la suerte suprema es muy listo. Se tira con excesiva velocidad, pero es contundente. Como única pega, en algunos momentos forzó en exceso la figura. Cortó una oreja a su primero y dio la vuelta al ruedo en el otro. Tuvo el lote del encierro. Con el flojo pero noble segundo se lució en lances de recibo a pies juntos, que fueron muy ovacionados. Lo mejor de su faena, muy aplaudida y con los sones de un pasodoble por la banda de Tejera, fue la colocación. Sin remilgos, sin esconderse y citando con la muleta por delante. Los muletazos, con ambas manos, fueron largos; cogiendo el estaquillador de su centro. Con la derecha hubo tres series de nota. Y con la izquierda, entonado, uno de los naturales supuso una auténtica descarga para el tendido, por su longitud y profundidad. Pinar aprovechó bien la nobleza del castaño Molinero. Mató de una estocada hasta los gavilanes.

Con el quinto, un ejemplar encastado de Conde de la Maza, Rubén Pinar estuvo de nuevo solvente para ser un tierno novillero, que tan sólo cuenta con 17 años. Quizás se equivocó de terrenos en el comienzo de faena. En los tercios, el novillo le apretó mucho y sufrió varios enganchones. Incluso cayó, sin consecuencias, delante del astado. En las afueras, las series surgieron con limpieza, con muletazos largos y mandones. Fue el momento en el que se arrancó la música. Cerró al novillo y con la izquierda volvieron de nuevo los enganchones. En las rayas se apagó de inmediato el animal. En cualquier caso, faena de altura para un novel, con el público entregado. Dos descabellos tras una estocada enfriaron algo los ánimos. Dio una vuelta al ruedo tras una petición minoritaria.

Pepe Moral tuvo un lote imposible para el lucimiento. Con el que abrió plaza, que cabeceó con más contundencia que Santillana en sus buenos tiempos, cumplió con oficio. Con el cuarto, mirón y que propinaba tornillazos por doquier, estuvo voluntarioso. Lo recibió con dos largas cambiadas de rodillas en los tercios y con la franela no tuvo opción. Con los aceros estuvo muy desacertado.

José Carlos Venegas, que hace tres años impactó en esta plaza en su presentación sin picadores, con una tauromaquia que bebía de las fuentes de Ponce, ha cambiado el chip y ahora está obsesionado por la quietud. Tan obsesionado por ello que por momentos no corre a tiempo la mano y el novillo le tropieza el engaño con demasiada frecuencia. Con su primero, un animal sin entrega, que se le coló de primeras por el pitón derecho de manera escalofriante, realizó una labor encimista, con medios pases y falta de limpieza. Le faltó mandar en las embestidas; o al menos intentarlo. El sexto, un toro, por su trapío, de Conde de la Maza, fue devuelto tras destrozarse una mano en banderillas. En su lugar saltó un sobrero del mismo hierro, otro toro en presentación, manejable, pero sin humillar. Venegas lanceó bien a la verónica a ambos toros. La labor con la muleta resultó excesiva en metraje, con el defecto de citar con la muleta retrasada. Lo mejor fue el epílogo, con unas bernadinas de infarto.

En la anochecida algunos se frotaban los ojos. ¿Un frondoso pinar a la vera del Guadalquivir, junto a la misma Maestranza? Sí. Un Pinar debutante, que había dejado su sello de capacidad torera en el coso del Baratillo.

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