Crónica de la duodécima del abono de la Maestranza

El presidente optó por Sevilla

  • La oreja a Roca Rey fue pedida mayoritariamente, pero el usía prefirió parar la ola de críticas vertida a la plaza

  • Inédito y bochornoso espectáculo del público

Morante de la Puebla con el primer toro.

Morante de la Puebla con el primer toro. / Juan Carlos Vázquez

Tenía que llegar y llegó que la zafiedad de días anteriores explotase como ayer explotó en la plaza que es santo y seña del toreo. Aquellos polvos de días anteriores con su falta de educación generalizada eclosionó ayer cuando el presidente se negó a conceder la oreja a Roca Rey. La plaza se alfombró de almohadillas en un espectáculo inédito en este templo del toreo. Tras despeñarse el soufflé triunfalista el jueves aparecía un viernes rutilante de farolillos con un cartel de los de puro y clavel. Después del tratado de ironía sobre las bondades de romper la racha triunfal, triunfalista para muchos, un nuevo cartel muy rematado se anunciaba con los siempre esperanzadores toros de Núñez del Cuvillo en los corrales. Como es preceptivo en esas corridas de escaparate y tronío, la plaza a reventar y la expectación por las nubes al conjuro de dos figuras principalísimas y la presencia de una de las nuevas devociones de Sevilla, ese gran capotero que es Juan Ortega.

Encabezaba la terna el que se ha propuesto ejercer el papel de locomotora de la Fiesta y que continúa anhelando salir por el Paseo de Colón. La única vez que Morante traspasó en hombros esa puerta fue en el siglo pasado y hora es de repetirla. A su diestra, Juan Ortega, ese mago de la verónica que anda a la búsqueda del toro que le permita rendir definitivamente a Sevilla, mientras que flanqueado por ambos iba el torero con más tirón taquillero del momento, ese inca peruano que es capaz de pegarle pases a lo que sea. Ambos, Ortega y Roca Rey, tenían ante sí el último cartucho de esta Feria, mientras que el orfebre cigarrero conserva uno en su canana para mañana con la corrida de Torrestrella.

Roca Rey toreando de rodillas. Roca Rey toreando de rodillas.

Roca Rey toreando de rodillas. / Juan Carlos Vázquez

Luego pasó que cada uno dio lo que pudo ante unos toros que llegaron al último tercio con una falta de pujanza lamentable. Y ante estos toros, Morante estuvo en ese torero que tira del carro para dar un recital con el capote y conseguir una bellísima faena a un toro que claudicó demasiado pronto, yéndose a su querencia de chiqueros. Pero Morante cortó una oreja a ley con un inicio de faena en homenaje a Pepe Luis con su cartucho de pescao y la montera a sus pies. Repetía Juan Ortega, una de las grandes esperanzas que Sevilla tiene entre sus toreros, pero el trianero no se encontró ni a sí mismo ni al toro que le ayudase a mantener su cartel. Si acaso algunos lances a la verónica, un sevillanísimo quite por chicuelinas y sus ganas de triunfar.

Pero el gran protagonista de la tarde fue ese ciclón que atiende por Roca Rey y que puso aquello a reventar con su tauromaquia de valor y cercanías. Le cortó con justicia las dos orejas a su primero y embocó la faena del quinto bajo la premisa de que la Puerta del Príncipe no se le podía escapar. Empezó de rodillas en los medios asustando al propio miedo, no se puede estar más cerca de lo que Andrés estuvo ante los pitones de Bombardito y con la plaza hecha un volcán, el toro lo cogió y ahí ya empezó a echar lava dicho volcán. El valor de este limeño que no conoce el miedo sugestionó a una plaza deseosa de ver otra salida por la Puerta del Príncipe. Ciertamente la petición de oreja era indudablemente mayoritaria y el reglamento dice que la primera oreja es potestad del público. Y Fernando Fernández-Figueroa prefirió velar por el prestigio de Sevilla que por dar el salvoconducto para una Puerta del Príncipe más.

Juan Ortega entra a matar al sobrero. Juan Ortega entra a matar al sobrero.

Juan Ortega entra a matar al sobrero. / Juan Carlos Vázquez

Y si nos ponemos en la piel del usía hay que comprender las cosas y hacer un resumen de lo que está ocurriendo en esta Feria. Partiendo de la premisa de que las Puertas del Príncipe concedidas fueron en justicia, quizá la proliferación de orejas sin peso ha servido para verter una crítica a Sevilla que ha rozado en ocasiones el insulto. Por eso, un servidor de Dios y de usted, estimado lector, no opta por otra salida que la de defender la postura de don Fernando Fernández-Figueroa y Guerrero, a quien Dios guarde muchos años.

Lluvia de almohadillas en la Maestranza tras el final de la corrida. Lluvia de almohadillas en la Maestranza tras el final de la corrida.

Lluvia de almohadillas en la Maestranza tras el final de la corrida. / Juan Carlos Vázquez

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