Crónica de Sanfermines

Un cumpleaños muy feliz

  • Triunfal celebración del Centenario de la plaza de Pamplona

  • El toreo lo hizo Morante y Hermoso, El Juli y Roca salieron por la Puerta Grande

El Juli, Pablo Hermoso de Mendoza y Roca Rey salen a hombros de la plaza de toros de Pamplona.

El Juli, Pablo Hermoso de Mendoza y Roca Rey salen a hombros de la plaza de toros de Pamplona. / EFE/ Jesús Diges

Corrida grande en el día grande en Iruña, sin duda el día más grande del año en el calendario navarro. Se celebra San Fermín, patrón de la diócesis de Pamplona, es primer día de encierro y el cartel más rematado del ciclo con el gran ídolo navarro, Pablo Hermoso de Mendoza, de telonero para la terna más rutilante que se puede componer en este curso. Dos triunfadores rotundos en este escenario como son El Juli y Roca Rey para que abra la tarde Morante de La Puebla, que ciertamente llega a un coso a contraestilo pero en el que desgranó hace trece años una faena a un toro también de Cuvillo que aún se comenta por los cenáculos iruñeses. Todo arrancó con un recital de toreo a caballo de ese centauro estellica llamado Pablo Hermoso de Mendoza que ha perfeccionado este arte ecuestre. Las dos orejas del bravo toro de Carmen Lorenzo fueron como el aperitivo para un cumpleaños muy feliz, el de los cien años de la Monumental pamplonica.

Morante volvía trece años después y supo hasta acallar el ruido de las peñas gracias a su portentosa muleta. El orfebre cigarrero hizo dos obras magníficas y bien debió haber acompañado a sus compañeros en la triunfal salida por el Paseo Ernest Hemingway. Tiene mucho mérito que un torero de su corte se encierre en esta barahúnda y, además, con dos toreros made in Pamplona que se hallan aquí como peces en el agua. El Juli se mueve aquí como en el patio de su casa desde que tomó la alternativa hace casi un cuarto de siglo. Torero imponente sabe también tocar las teclas adecuadas en esta plaza y a fuer de poderío y de recursos le cortó una oreja a un lote de toros rendidos a su magisterio.

El diestro Morante de la Puebla durante la lidia a su primer toro de la tarde en la segunda de abono de la Feria del Toro. El diestro Morante de la Puebla durante la lidia a su primer toro de la tarde en la segunda de abono de la Feria del Toro.

El diestro Morante de la Puebla durante la lidia a su primer toro de la tarde en la segunda de abono de la Feria del Toro. / EFE/ Jesús Diges

...y Andrés Roca Rey, un torero que triunfa en todas las plazas pero que ha encontrado en Pamplona su hábitat natural. Con el pie en el acelerador desde el brindis, irse a los medios y ponerse de rodillas es método infalible para que ruja el mocerío. El peruano tiró de repertorio para formarle un gazpacho a ambos y si no es porque pinchó al sexto hubiera ido al copo de trofeos.

Fue un cumpleaños indudablemente feliz éste de los cien años de Pamplona, esa plaza monumental que se llena cada tarde toree quien toree. Ypara este centenario se acarteló lo mejor de la torería andante. Cada uno a su estilo fueron capaces hasta de acallar esa tormenta que baja de la solanera y que hace que toreros como Morante sólo vengan de habas a caracoles. Mérito enorme el de torear bajo un ruido infernal, pero este Morante de hogaño puede con lo que se le ponga por delante, llámese como se llame, aunque sean Pamplona y sus ruidosas circunstancias.

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