Diario de una gran hazaña | Capítulo 33 (8 de noviembre de 1520)

¡Deserta la nao San Antonio!

  • La flota de Magallanes se queda con tres embarcaciones después de que triunfara una revuelta interna en el segundo buque de la expedición, que ha puesto ya rumbo hacia España

  • La nao dio media vuelta después de que el piloto Esteban Gómez depusiera al capitán, Álvaro de Mezquita

Traición en el Estrecho de Todos los Santos. Y traición, además, de las que duelen, de las que te dejan tiritando, porque tendrá consecuencias gravísimas para los traicionados. Magallanes aún no lo sabe, porque el barco que comanda, la nao Trinidad, inspecciona en estos momentos un canal que se abre en dirección noroeste y que él cree que puede terminar desembocando en el llamado Mar del Sur. Pero dentro de unos cuantos días caerá en la cuenta de que la segunda de las naves en importancia de su expedición, la San Antonio, acaba de dar media vuelta buscando la salida del Estrecho por la boca del Océano Atlántico con rumbo a España. Lo que se dice una deserción en toda regla.

La espantada de la San Antonio ha tenido lugar hoy, 8 de noviembre de 1520, apenas una semana después de que Magallanes bautizara con el nombre de Todos los Santos el enrevesado paso interoceánico por el que navegan desde hace ya 18 días, desde que el 21 de octubre estas cuatro naos de la flota de las Especias doblaran el cabo de las Once Mil Vírgenes.

En estas casi tres semanas, la expedición está inspeccionando todos los canales, fiordos, desembocaduras e islotes que pueblan el Estrecho buscando la salida al otro océano. Y hace muy poco, al llegar a una bifurcación, Magallanes ordenó que la San Antonio y la Concepción, capitaneadas respectivamente por su primo Álvaro de Mezquita y por Juan Serrano, accedieran por el canal que se abre al sureste, mientras que él con la Trinidad y la Victoria que comanda su cuñado Duarte Barbosa tomarían el camino opuesto, accediendo al estrechísimo canal que aparece en dirección noroeste.

Nada más separarse las cuatro naves se produjo una revuelta en la nao San Antonio que acabó con su capitán, Álvaro de Mezquita, herido, preso e inmovilizado con grilletes en la bodega de la embarcación. La revuelta la ha liderado el piloto de la nao, Esteban Gómez, que ha tomado posesión de la misma y que ha ordenado, después de dar media vuelta, largar velas para, aprovechando el fuerte viento de popa, salir cuanto antes del Estrecho con objeto de enfilar el Atlántico rumbo a España.

Esteban Gómez es un oficial de origen portugués que conoce a Magallanes desde hace años y que en este viaje no ha hecho sino multiplicar su frustración. Él sigue pensando que el capitán general de esta flota a las Especias tendría que haberle dado el mando de alguna de las naos tras el motín vivido el 1 de abril en Puerto San Julián, y en el que él se mantuvo fiel a su compatriota. Pero no sólo sucedió eso sino que Magallanes optó al final por nombrar capitanes a un primo y a un cuñado suyos. Eso enfervorizó aún más a un Esteban Gómez que ya le comunicó a Magallanes que para él lo más sensato era que, una vez confirmada la existencia de este paso interoceánico, las cuatro naos regresaran a España para volver meses después con una fuerza mejor preparada. Pero Magallanes está obcecado en llegar como sea a las Molucas remontando el nuevo océano. Y nada, ni nadie, se lo impedirá.

Ninguna de las tres naos que le van a quedar a Magallanes se han percatado aún de la deserción de la San Antonio, ni siquiera la Concepción, a la que esta espantada le ha pillado inspeccionando otro canal cercano. En cualquier caso, tanto la San Antonio como la Concepción tenían la orden de regresar dentro de cinco días al mismo punto en el que se separaron de Magallanes, que ahora tiene a su buque fondeado en un lugar al que ha llamado la Bahía de las Sardinas.

Cuando se entere de la deserción, Magallanes se va a llevar un revés durísimo. Y no sólo porque tema por la vida de su primo, sino porque la San Antonio era la nave-despensa de la expedición. Y si llegar a la Especiería era un reto harto complicado, sin víveres se tornará casi en un imposible.

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