Fieles a Sidonia Jerez

Atrás quedó la noche de brujas de La Granja, el futuro para todos los santos xerecistas es el Prado de la Feria. Un prado de césped natural, con calles de atletismo, como Chapín: el tartán persigue al xerecismo, aunque el de Medina es de cemento. Y hasta allá unos 250 fieles fueron a Sidonia desde Jerez, como la diócesis: la peregrinación será cada quince días, excursión de media hora a La Janda. Anda que no, porque si el equipo sigue así y las mañanas dominicales se mantienen igual de soleadas, la caravana promete ampliarse con o sin los autobuses prometidos por Ricardo para los socios: como es habitual en este club, estarán para el próximo partido...

Con Amado como capitán -el brazalete sigue rulando- y después de acomodarse el respetable en el Prado de la Feria -mucho más futbolero que La Granja-, decorado con banderolas xerecistas en las farolas, los fieles, los de siempre, no faltan a la cita con su Xerez, el de toda la vida, y ninguno es sospechoso de ser ricardista, apelativo que es de lógica pensar que utilizan los que antes se sintieron pachequistas, oliveristas, silgadistas y moralistas...

El respetable tiene ganas de fútbol y mientras el equipo se desperezaba, el asistente de tribuna se gana la atención y una colección de adjetivos calificativos y el cántico popularizado en Chapín cuando el sentimiento se mantenía junto al Club Deportivo: 'Linier, tu mare...'.

Iván Aguilar la tomó con un banderín, que pateó sacándolo de su boquete, y Vito erró el centro pero encontró portería. Comienza la fiesta en Medina, viva La Janda xerecista, y susto para Pablo, que tiene que salir en ambulancia.

Vito gana protagonismo y en la grada hay alguno que se acuerda de Saldaña, aunque Ricardo tampoco se va de rositas mientras se ofrece al respetable una recopilación de grandes éxitos del Fondo Sur de Chapín, cánticos rapeados sin piedad bajo un sol de justicia.

Puma toca las palmas, parece que por bulerías, con el equipo ahora en superioridad numérica: la futbolística lleva desde la primera mitad. Iván el terrible celebra con la grada el cuarto de la tarde, porque ya pasan de las dos de la tarde, y es despedido con una ovación. El único que se enfada es Javi Muñoz, al que el Ceuta merodea en inferioridad y se queja a sus compañeros de estar haciendo la guerra por su cuenta. La sangre no llega al río y el partido acaba con la grada entregada y los futbolistas devolviendo los aplausos.

Si Dios quiere -y Ricardo paga-, en una semana contra la Lebrijana. A ver si para entonces el del hielo llega un poquito antes...