De la alegría a la decepción más absoluta
Revés La afición se divierte durante una hora y termina de los nervios con el gol de Catalá y aplaudiendo a Bermejo
Con el 3-1 en el marcador y ante un Celta firme candidato a la lucha por el ascenso a Primera, era la noche perfecta para que los olés, las palmas por bulerías y hasta la ola volvieran a Chapín pero.... No pudo ser y eso que Oier fue el mejor delantero azulino con sus dos 'golitos' en propia puerta. Fue bonito mientras duró, 93 minutitos.
El fútbol tiene estas cosas, suele ser cruel y con el Xerez lo fue. El conjunto azulino echó por tierra en diez minutos el primoroso trabajo que había realizado durante ochenta minutos. Los de Merino fueron inocentes, no supieron jugar con el marcador a favor y recibieron un severo castigo.
Precisamente un ex xerecista, Catalá fue el encargado de dar la puntilla a su antiguo equipo. El central, siempre al quite, aprovechó un rechace tras un cruce de Lombán para batir a su buen amigo Doblas. El meta sevillano se enfadó bastante con él por su celebración pero de nada le sirvió, como tampoco le sirvió a De Lucas picarse con el portero xerecista. El céltico le recriminó de forma gráfica que saliera con la pierna por delante en un balón dividido y le recordó la lesión de Ion Vélez.
Pero no sólo David Catalá volvía a Chapín, también lo hacían Fabián Orellana, que pasó totalmente desapercibido y que no jugó, y Mario Bermejo.
Había mucha expectación por ver en acción al ariete cántabro en la que fue su casa pero no tuvo su día. Apenas entró en juego y nunca se sintió cómodo para tranquilidad de una afición que el aplaudió al término del encuentro.
El encuentro dejó otras imágenes para el recuerdo. Vicente Moreno a estas alturas tendrá agujetas de subir y bajar las escaleras del banquillo para dar instrucciones y pedir concentración y cabeza a un equipo que la perdió totalmente en la recta final.
Y Capdevila tampoco olvidará su estreno esta temporada. Hasta el momento, no había sido convocado, Merino se acordó de él, le citó, le puso a jugar y luego casi se lo come. Le dio minutos y una bronca de las que hacen época.
El centrocampista perdió la bota en una acción, salió del campo para ponérsela en la banda y como tardaba en volver, el técnico montó la mundial... La estampa de la impotencia ante el empate.
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