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Una tarde de contrastes

  • A Míchel, un inesperado refuerzo de invierno, se le ve más que a un apagado Villa en Chapín · El madrileño firma una actuación más que digna en su debut liguero

La liga de las estrellas es también la de los contrastes. Chapín es visitado cada quince días por equipos multimillonarios, por cracks rutilantes, mientras que los azulinos pelean en la misma guerra, pero con tirachinas. Ayer el delantero del equipo rival era David Villa, el amor imposible de Florentino Pérez, mientras que en el Xerez era Míchel quien ocupaba la misma posición.

Ziganda sorprendió a casi todos no sólo dando entrada al madrileño en la convocatoria, sino dándole también un hueco en el equipo inicial. Ha tardado 17 jornadas en debutar y lo ha hecho como titular y haciendo un buen partido. Quizá sea la forma que tiene que el entrenador navarro de reclamar más atención a su director deportivo, a los administradores concursales, a la jueza del concurso o al máximo accionista del club. Este equipo necesita refuerzos como el comer y mientras que eso no se produce por el desconocimiento de unos, la lentitud de otros y el desinterés del nazareno, el equipo se desangra. El pamplonica apostó por Míchel y éste demostró que no es peor que sus compañeros.

Enfrente estaba un equipo que juega de memoria, que cuenta en su zona atacante con una constelación de estrellas en la que Villa es la gran joya, a pesar de que todavía no ha marcado en 2010. Se mueve como pocos entre líneas, pero ayer no tuvo ninguna ocasión para demostrar esa voracidad propia de los goleadores. Se dejó ver poco, quizá porque prefiere aparecer en partidos de mayor fuste.

Participó mucho más Míchel, que estuvo muy activo desde el inicio. Caía en banda, jugaba de espaldas, le complicaba la tarde a David Navarro y también tenía ocasiones para marcar. La primera la tenía en el minuto, tras un centro de Carlos Calvo, pero la más clara se producía en el minuto 42, cuando cabeceaba fuera tras una mala salida de César. En la segunda parte tuvo otro buen cabezazo, pero el balón salió fuera por poco. Habría sido el broche para una actuación más que digna y que ahora pone a Ziganda en el compromiso de seguir contando con él.

A la espera de que llegue algún refuerzo, el madrileño es una opción más para un equipo que quiere seguir dando guerra, al menos a base de echarle vergüenza torera. A Mario Bermejo no se le puede pedir más de lo que ha ofrecido hasta el momento, pero quizá ha llegado la hora de probar con otras soluciones. Ziganda, que puede ser el único entrenador del mundo que mantiene su puesto de trabajo con siete puntos tras la 17ª jornada, está moviendo el equipo para que algo cambie o para que alguien se dé cuenta de lo que hay.

A Villa no hay quien le tosa y terminó el partido como capitán tras la salida del campo de Marchena. No tuvo su mejor tarde, pero contribuyó para que este Valencia pueda seguir soñando con ser la alternativa a los de arriba. Él podría estar en uno de los grandes, pero debe conformarse con estar en la segunda línea.

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