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El manifiesto de los persas

Cuentan que en la antigua Persia, después de la muerte de un rey, existía un pacto por el cual dejaban un tiempo sin gobierno a las ciudades, para que se cometiera todo tipo de desorden social. Llegados a ese punto, coronaban nuevo rey, y éste tenía los argumentos para, con mano dura, remediar los desmanes. Era la justificación de la dictadura.

Una vez aprobada la Constitución liberal en Cádiz con las estrenadas libertades de prensa, reunión, opinión, organización; aprobada la libertad de los oficios, derogados los maestrazgos, quitado poder al Rey, a la jerarquía católica y a los militares, un grupo de constituyentes, ‘los realistas’, basados en el “pacto de los persas”, se asociaron para pedir a Fernando VII la derogación de La Pepa, cosa que hizo en 1814. El argumento fue la situación caótica, según ellos, provocada por esa Constitución.

Después de leer el manifiesto ‘realista’, se aclaran mejor los antecedentes del golpe de estado de 1936 y del golpe de estado de Tejero y sus cómplices. Es el método de hacer creer que todo va mal y favorecer la intervención del ejército con la bendición de la jerarquía católica. Son argumentos que se han utilizado en la etapa del gobierno socialista.

Los ‘realistas’ consiguieron que el poder se restableciera basado en los ‘tres brazos’ de la sociedad: el eclesiástico, la nobleza y el pueblo. En el apartado 8 decían: “Querían otros excluir el nombre y representación de los tres brazos reduciéndolos a una sola masa, o lo que es lo mismo, a una sola y general representación popular”.

En el punto 19 decían los realistas: “... En todo este plan se distó mucho de fijar un gobierno popular o democrático, pues la experiencia ha convencido sus inconvenientes, cuando obra en masa”. Y en el 20: “El convencimiento de que la democracia se funda en la inestabilidad e inconstancia; y de su misma formación saca los peligros de su fin.”

En la actualidad, con las crisis de la monarquía, de las comunidades autonómicas, del CGPJ, de las Cajas de ahorro y sus gestores. Con la desconfianza sobre los partidos políticos y sindicatos, del intento de gobernar España por parte de la jerarquía eclesiástica, de la proliferación de recortes sociales, de la cesión de soberanía, del galopante desempleo, no se dan las circunstancias para un golpe de los ‘realistas’, porque ETA no mata y no gobierna el PSOE.

Pero el avance de ciertas ideas, como las usadas contra Garzón; de las utilizadas con el real fraude de los ERE. Las ideas  en el juicio contra Javier Krahe; la siempre locuaz lideresa Aguirre, la verdad sobre los fusilados en la postguerra, el victimismo de la jerarquía católica, el cambio en ‘Educación para la ciudadanía’; con el poder de Alemania lo poco que manda el Parlamento, y la falta de transparencia en las instituciones, no hace falta golpe de timón realista.

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