Un 16 de julio tenía que ser caluroso como siempre aunque aye rlo fue menos gracias a que este verano está siendo más que amable en las temperaturas. Es una seña de identidad inequívoca de la cita mariana de ayer con la Virgen del Carmen en las calles. La salida a las calles de la Patrona de la gente del mar en Jerez está marcada por unas singularidades que se entienden desde la secular devoción hacia esta imagen en Jerez. Una tradición que pese a los siglos que cuenta nunca ha decaído. Por el contrario, ayer se puso una vez más de manifiesto que el 16 de julio es diferente en la ciudad y más concretamente en el centro urbano.

Fue el día de echarse al encuentro del Carmen por parte de centenares, miles de jerezanos y jerezanas que señalan de forma especial este día en el calendario. Fue la jornada de felicitaciones a la cármenes y a los otros muchos nombres vinculados a esta imagen que aquí se le sigue guardando fidelidad ante los recién nacidos, por encima de las modas del momento. Así es la fiesta carmelitana tierra adentro, en esta ciudad que mira al mar de cerca pero que no está al pie de ella, algo que no ha importado antes y ahora para celebrar por todo lo alto el día de la Virgen. A las ocho y cuarto de la tarde la cruz basilical se asomaba a una abarrotada plaza del Carmen anunciando el inicio de la procesión con un cortejo en el que se vieron los atributos basilicales, el banderín de la juventud, el carmelitano, la hermandad damas y caballeros, la orden tercera y la hermandad de La Lanzada antes de una presidencia que precedió al paso arreglado con flores todas blancas, como es costumbre con gladiolos, nardos y claveles. Otro elemento imprescindible es la música de calidad que un año más trajo tras el manto de la Virgen a la banda del Maestro Tejera, con josé Manuel Tristán, hijo del recordado Pepín, al frente. Son cerca de tres décadas incluyendo en su calendario anual esta cita en Jerez y desarrollando un repertorio en el que hubo de todos los estilos pero con marchas que en cierto modo son un clásico en esta procesión. No hubo novedades estéticas salvo algún retoque en el encaje del manto de la Virgen que apenas es perceptible a simple vista.

La Marina estuvo presente un año más como un símbolo de la devoción marinera que manda en esta advocación. Y un detalle diferente en el cortejo donde se vio una representación de padres jóvenes carmelitas provenientes de Bukina Fasso donde la orden tiene una amplia implantación, haciendo bueno el dicho de que la Virgen del Carmen es la que más altares tiene en el mundo.

Bajo el paso dos cuadrillas se ocuparon de llevarlo por el recorrido formada por gente de muy diversa procedencia cofrade al mando de Rodrigo Daza que volvió a tocar el llamador este año. El recorrido fue el clásico con sus momentos especiales sobre todo desde la salida que en sí misma es preferida por los que no sólo quieren verla en esos primeros momentos en la calle sino también por los centenares de personas que posteriormente se incorporan al cortejo.

Más adelante por plaza de Plateros, calle Tornería, Eguilaz y Alameda del Banco se reeditaron los instantes de conjunción de música, donde sonó Amarguras y Corpus Cristi, con un caminar más sobre los pies de los costaleros para regalar un año más muchos minutos de deleite muy arrimados a la plata de los respiraderos del paso del Carmen. El fervorín pondría el final en el epílogo de la procesión con el prior, el padre Yañez, enalteciendo la figura de la Virgen con una advocación que en Jerez significa mucho, que ayer se paseó por una ciudad que vivió un jueves especial y diferente en un 16 de julio que en esta tierra es un día importante dentro de los que dedica a exponer públicamente la grandeza de María.